Pues si, estas es una de nuestras rutas de culto, y creo que no solo para nosotros, pero es que La Maroma tiene ese encanto que solo unas pocas montañas tienen.
Hace ya meses de esta ruta, pero no por eso deja de ser interesante, subir a La Maroma siempre lo es. La idea era pasar un
día de campo en El Robledal, fieles a nuestra filosofía, niños , familia y amigos, pero la avanzadilla la hicimos Pablo y un servidor unas horas antes, madrugamos y a las 8 en punto
estábamos ya en la ruta, la mañana era
fresquita, pero p
oco a poco se fue caldeando hasta dejar un magnífico
día de
senderismo.
Al ir subiendo y cogiendo altura, el paisaje nos dejaba
imagenes bellísimas con las nubes por debajo, casi a ras del
suelo, esas
imagenes que nunca te cansas de ver.
Entre charla y charla, alguna
paradita fugaz para beber agua y comer
alguna galleta,
barrita o pan de higo, (que bueno estaba), pero como digo, parando lo justo.
Por un momento pensé que podríamos estar arriba antes de las 10,30 de la mañana, y así se lo dije a Pablo:
- "
Que buen ritmo llevamos, quizás podemos llegar a las 10,30"Pero en seguida lo descartamos, ya que nos quedaba la parte mas penosa, la mas
difícil, la que comienza al ver la parte sur de La Maroma, aquí los paisajes seguían siendo
espectaculares, con el mar de nubes a nuestros pies,
que por otra parte, nos privaba de ver otras maravillosas vistas.
Pronto vimos a lo lejos la punta del
vértice geodésico y yo
empecé a mirar mi reloj y a pensar que si, que posiblemente podíamos estar arriba antes de las 10,30 de la mañana, y en efecto, así fue, a las 10,25 tocamos la base del monolito, nunca en mis varias subidas a la cumbre había tardado tan poco tiempo.
Una vez arriba a disfrutar, que disfrute el de la cima de La Maroma, solo entendido por el que ha estado allí. Empezaron a llegar algunos
montañeros mas y entre charla y cambios de i
mpresiones, 1 hora estuvimos arriba.
A las 11,30 llegó la hora de
recoger los
bártulos y descender, que ahora llegaba la segunda parte del idílico
día, según el plan, nuestras familias con el resto del grupo, debían estar abajo, en la zona recreativa del Robledal, preparando una suculenta barbacoa, lo que nos hizo acelerar mas el paso ya que las ganas de ingerir algo con mas sustancia hacia estragos en nuestros
estómagos, y al igual que en la subida, entre charla y charla y casi sin darnos cuenta,
estábamos ya abajo, prestos a comer y a beber que bien que nos lo merecíamos.
Y hasta aquí , de una manera muy breve, lo que
dio aquel
día de Maroma y barbacoa, pronto repetiremos y así espero que sea.
Saludos.