lunes, 7 de septiembre de 2009

RIO CHILLAR. 6 de Septiembre 2009

Apareció el verano y con él el insufrible calor y los compromisos vacacionales, fue entonces cuando los Trepacuestas decidimos "aparcar" las rutas y retomarlas cuando pasaran dichos condicionantes, pero antes de que acabaran las vacaciones y de que aflojase el calor había que hacer esta ruta, pues al ser de agua hay que hacerla en verano, además de que aunque lo normal es estar cansado de hacer cosas a estas alturas de las vacaciones, nosotros ya estábamos cansados de no hacer nada, nada propio de los Trepacuestas, como es disfrutar de la naturaleza y en compañía de buenos amigos, que es lo realmente importante.

Por lo tanto y para inaugurar la temporada de rutas, nos fuimos al río Chillar, la cada vez más conocida ruta del Chillar, que aunque ya la habíamos hecho en años anteriores, nunca apareció referida en este blog, por ser este más reciente.

Las 9,30 del Domingo 6 de Septiembre fue la hora de quedada en La Cala del Moral, y como todos somos muy puntuales, también fue la hora de salida.

A las 10,20 aproximadamente ya estábamos en la cantera, lugar donde dejamos los vehículos y tras cambiarnos de calzado emprendimos la marcha, la cual se inicia por el cauce seco del rió, pero esta año creo que empezamos a ver agua antes que en años anteriores.

En la fabrica de la luz, al subir la rampa empinada de cemento, es donde oficialmente comienza la ruta, en mojado, pues desde aquí es casi inevitable ir por el cauce del río y con agua.
La altura mínima cubre los tobillos y es agradable caminar por el agua, parece que el camino se hace más liviano.

Apuntar que, como siempre, es una ruta en la que los niños disfrutan como eso, como niños, y eso hicieron los nuestros: Ana, Ana P, Francis y Angel, ( la cantera de los Trepacuestas) se lo pasaron en grande.
Quizás porque es Septiembre o porque el día amaneció algo nublado, no había una masiva afluencia de gente en el río, aunque tampoco se puede decir que fuéramos solos, pero se podía caminar sin agobios.
Empezamos a caminar casi siempre por el agua, a veces con pequeñas pozas y otras con pozas considerables, donde los niños y los no tanto, disfrutamos de un buen remojón.
También pudimos ver la caída de agua desde la acequia, una impresionante y bonita cascada la cual no habíamos visto antes, pero esta vez tuvimos suerte y la disfrutamos bañándonos y haciendo fotos.
Continuamos nuestra andadura y tras 1 hora aproximadamente de camino, llegamos a los cahorros del Chillar, que es lo que más impresiona a los visitantes de este lugar, unas paredes de piedra, un pasillo angosto excavado por el agua, en el que a duras penas entra la luz del sol, un paisaje poco frecuente por estas tierras del sur de la península. Nos asombró ver que la poza grande que había al pasar los cahorros en años anteriores, ha desaparecido, han tenido que ser importantes las avenidas y el caudal del río ese invierno, pues aún se aprecian los arrastres del agua y el cambio en la orografía del terreno.
A partir de aquí el camino se hace progresivamente más difícil, con pasos dificultosos y sobre todo resbaladizos, un paisaje más salvaje y agreste pero a la vez más hermoso.
Esta vez hemos subido más alto que en otras ocasiones, pero aunque nos debimos quedar no muy lejos de la famosa presa, no conseguimos llegar a ella, aunque todo se andará.
Después de una parada en donde en un principio nos planteamos acabar el ascenso del río y comer allí, decidimos que era aún temprano y continuamos la marcha un poco más, llegando así a una bonita cascada donde muchos acababan su ruta. Aquí hay que abandonar el cauce del río y atravesar grandes bloques de piedra y saltos de agua, es el tramo más complicado, hay que usa las manos para escalar, pero no presenta riesgo serio.
Nosotros decidimos subir aún más arriba, ya que la afluencia de gente allí hacía difícil el acomodo para tomar el almuerzo. Sin embargo a unos 100 metros se encontraba otro idílico entorno: Cascada, poza cristalina para los niños........, y decidimos almorzar allí.
Agradables momentos de charla y disfrute, tras los bocatas, nos cargó las pilas para emprender el camino de vuelta por el mismo sitio en total unas 6 horas y media de ruta. De vuelta en los coches, nuevamente nos cambiamos de ropa y calzado, y nos dispusimos a tomar un reconfortante café (para la próxima un termo y cafetito, la lección ya está aprendida) .
Una vez en Nerja, el local elegido fue el salón de juego La Fuente, (justo en la puerta hay un pilar de agua), y no es que seamos ludópatas, es que era lo único que vimos abierto, la cafetería con más televisores por m2, creo que contamos cinco.
Y allí, entre café y amena conversación, acabó la ruta del río Chillar. Un día magnífico aderezado por una buena compañía , algo que volveremos a repetir, allí o en cualquier otra ruta.

Crónica de Celes