martes, 17 de noviembre de 2009

CANILLAS DE ALBAIDA, PUERTO BLANQUILLO y regreso por el CAMINO de las VENTAS a CANILLAS de ALBAIDA (21 km). Domingo 25 de noviembre de 2009


Animados por Antonio Sánchez en esta ocasión una célula de los Trepacuestas-Ruiz, Nieto, A. Sánchez y este fiel cronista- pusimos camino hacia sierra Tejeda en la última de las rutas organizadas por el ayuntamiento de Rincón de la Victoria.

Con poca información sobre el recorrido a las 08,10 de la mañana provistos de buen humor, mejor tiempo y un calor inusual para la época de año-que cierto y verdad es lo del cambio climático-, 27 senderistas locales, con algunas caras conocidas por anteriores salidas, nos enfrentamos con una media maratón senderista por la Axarquía.

Con puntualidad matutina el autobús nos llevó por la serpenteante carretera con dirección a Canillas de Albaida, no sin antes recoger a otro montañero en el cruce de Cajiz. Subiendo la carretera pudimos contemplar ante nuestros ojos como por el lado izquierdo discurría todo el valle con el río algarrobo abajo, además de los bancales de nísperos, aguacates y otros frutales.

A la derecha el talud de tierra y al frente, despejada de nubes, la imponente mole de la Maroma. Con algún que otro mareo llegamos a las 9,10 horas a a plaza de entrada de Canillas que a sus 576 metros de altitud sirvió para darnos la bienvenida con algún que otro abservador canillero atento a los ejercícios de calentamiento previos al inicio de la marcha.

Con muchas ganas de emprender el camino pusimos dirección al área recreativa de la Fábrica distante unos 4 kilómetros de la plaza. A las afueras de la localidad, sobre las 09,45 horas dejamos a la izquierda la ermita de Santa Ana que construida en el siglo XVI se encuentra cerrada y en un estado de cierto abandono.

LLaneando en zona de umbría, acequias y por asfalto empezamos a tomar contacto con las primeras y espléndidas vistas que nos acompañarían durante toda la jornada. Pasado la fuente del Chorrillo, dejamos a la derecha la cantera y llegamos a las 10,20 horas a la Fábrica-antigua mini estación eléctrica abandonada a principios de los años 70 junto al río Turvilla-. El paraje invitaba a quedarse, pero por imperativo de nuestros monitores- José y Moisés- la parada fue lo suficiente corta para nuestros deseos y pronto comenzamos lo que sería la verdadera razón de la ruta.

Andar en paralelo a un arroyo con agua-vedado de pesca- es algo completamente inusual para cualquiera de nosotros y por tanto un placer ir salteando en varias ocasiones el alegre torrente.

Con nutrida vegetación y en un ambiente de humedad desacostumbrado para los que vivimos en la franja costera siguió la ruta. Luego dejamos el arroyo a nuestra izquierda y en fila india-mucho del día sería así- la vereda picaba hacia arriba entre bellos nogales y algunos castaños. Pronto dejamos la cueva Melero a la izquierda-bonito lugar para refugiarse en una noche de tormenta- y a las 11,30 horas parada bajo un impresionante y solitario alcornoque. La bota de Isa- así creo que se llama-amenizó la jornada y es que queridos lectores en aquel alto hicimos bueno el refrán que dice "con pan y vino se anda el camino".

Durante todo el día pudimos contemplar desde nogales, pasando por castaños con su hoja amarilleando, olivos cargados de aceitunas almendros, incluso hasta un sauce llorón. Más adelante se imponía el pino carrasco, además del lentisco, aulagas-de mal recuerdo para más de uno-, jaras, espliegos, esparto, palmitos, adelfas, hiedras, helechos junto con líquenes, tomillo, romero, juncos, mimbres, zarzamoras, retamas, así hasta un largo etcétera.

Siguiendo el camino y pensando en la soledad de la montaña de pronto caímos en la cuenta que cuatro cabras acechaban los movimientos de estos ahora momentáneos intrusos de la sierra. Un joven burrito se hizo querer y tras la foto de despedida con el borrico después de una exigente subida con tramos de arena incluido y algún que otro zigzag, que nos hizo atodos ponernos a prueba, empalmamos con el carril que lleva al puerto de Cómpeta. La dura subida final pasó factura a todos y si no que se lo pregunten a Isa que tardó algo más de la cuenta en recuperarse.

De allí a puerto Blanquillo unos 300 metros. Desde ese punto al pico Lucero, por experiencia de anterior subida, apenas unos 90 minutos a buen paso.
Pero que verdad es que los senderistas no tienen edad. Y digo esto ya que una vez coronado puerto Blanquillo pude conversas un momento con Paulino quea sus 69 años está en un nivel que ya quisieramos todos nosotros. Por cierto que el próximo domingo Paulino tiene previsto subir al Lucero. Ahí queda eso.
Pero regresando a la ruta escogida ésta nos hizo girar a la derecha y tomar la senda denominada camino de Málaga -antigua trocha que conectaba con Granada donde el estraperlo y las caballerías a diario eran vigilados desde la lejanía por los guardias del puesto del Lucero-.

El camino de las Minas lo dejábamos a la izquierda. Ahora el paisaje era distinto. La aridez del suelo contrastaba con la zona de umbría anterior. No olvidemos que caminábamos por la cara sur de la sierra donde el sol y el mar es respuesta suficiente para comprender el camino de vegetación experimentado.

Como el sendero había sido recientemente podado de aulagas ello provocó algunas caídas que por orden fueron: Victoria, A, Sánchez y Beli. Con algún ungüento de los que Ruiz suele llevar consigo, desinfectante y ganas de seguir adelante no hubo mayores problemas.

A lo lejos en la costa divisamos lo que pensamos que eran los bloques de Torrox costa -edificios Totó-. El viento, ausente durante la mañana, entró por rachas pero lejos de enfriar el ambiente sirvió para ayudarnos en el ritmo de paso y refrigerar el ligero calor que soportábamos.

Pasado por alguna que otra calera, nos topamos a las 13,20 horas con la primera de las ventas conocida por la de Cándido- todas en ruina-. En su momento estas casas con sus corrales adosados sirvieron para proteger a los arrieros que con sus caballerizas transitaban la zona. A todos los que pasamos por allí se nos vino a la cabeza la dureza de aquel ofício.

Haciendo un alto en el camino y sentados junto a la venta citada, en una era y recreándonos en el paisaje, clavado la vista en el mar descansamos unos minutos. Tras un frugal almuerzo de nuevo iniciamos la marcha por aquel camino dejando atras otra venta de la que ahora no
recuerdo su nombre.

Algunos kilometros más abajo finalmente sobre las 14,30 horas nos topábamos con la venta de María Castaño tomando el carril que nos condujo de regreso a Canillas.
La dureza del camino se dibujaba en la cara de cualquiera de nosotros ya que la piedra suelta y la fuerte pendiente de bajada era nuestro momentáneo enemigo.
Pero así son las rutas y así es la orografía malagueña.

Tras 21 kilómetros de caminata o al menos así decía el podómetro de Moisés, a las 16,15 horas llegábamos a la plaza de Canillas, soñando todos con unas cervezas frías de las que pudimos dar buena cuenta y con mucho gusto en el bar la Esperilla completando de esta forma una bonita jornada de senderismo.


Crónica de Pablo Portillo