sábado, 4 de mayo de 2013

SUBIDA A LA MAROMA CON NIEVE (01-05-13)




El sábado y domingo anterior junto los primeros días de la semana que comenzaba se presentaron con un frío insólito junto a una lluvia desconocida para lo avanzado de la primavera. Aquellos elementos atmosféricos me decían que no había que perder la oportunidad. La decisión de subir a las alturas en el mismo Día del Trabajo fue todo un acierto.

Bastaron unas sencillas llamadas telefónicas el martes 30 de abril para conformar el grupo. El punto acordado para romper el ayuno fue en el bar Avenida. Unos churritos -esta vez madrileños- y una torta loca a las 7 de la mañana sirvieron para entrar en ambiente senderista. Por orden de altura Rafael, Salvador y un servidor apuramos los últimos sorbos de café y en orden inverso subimos al coche. Parece que San Cristóbal tuvo que interceder pues en un santiamén recorrimos los 65 kms que distan de La Cala a la zona recreativa del Robledal en las cercanías de Zafarraya.

A las 8,22 h y en solitario -nadie más se encontraba en ruta-, dimos inicio a la subida. El termómetro nos dio la bienvenida con unos agradables -1º, circunstancia que no fue obstáculo para el trío andador.

Dos factores tengo que trae a colación. El primero la importante poda de pinos y el segundo el alto grado de alergia de Rafael, circunstancia que no le impidió iniciar con decisión la travesía.

A los 45 minutos de caminata y bien visible en la vereda observamos los primeros signos de nieve. Fijando la mirada hacia arriba empezamos a sospechar lo que nos depararían los próximos minutos de ascensión.

El paisaje en un plis plas pasó de un intenso verde matutino primaveral a un blanco virgen y desconocido para los Trepacuestas.

A un lado de la trocha y cercano al Salto del Caballo dejamos el recuerdo de los de ATESSA a su amigo Pepe Álvarez. Por aquel entonces y en manga de camisa todo era blanco y el poder romper la nieve a la altura del tobillo sin que nadie antes hubiese pisado allí, fue un placer difícil de relatar.

Por encima del Salto del Caballo comprendimos lo difícil que supone andar con nieve hasta la rodilla. Inexpertos y desconocedores de todo aquello era la primera ocasión que nos enfrentábamos a estas condiciones.

Tras tres horitas de andadas el terna llegó al vértice geodésico con el tiempo justo para hacernos unas fotos de recuerdo, cuando una nube sobrevoló los 2.066 metros y nos impidió recrearnos en el horizonte.


Al rato otro grupo de Vélez alcanzó la cima siguiendo la ruta de Canillas de Aceituno.

Tras comprobar la ausencia de buzón del senderista, siempre habitual en la cima de la Maroma y tras probar bocado y beber caímos en el imperdonable olvido de Salvador al no echar en la mochila el habitual ligaillo (auténtico néctar de dioses). Así las cosas a las 12,00 h junto con la ayuda de la Virgen de los Remedios tornamos al Robledal siguiendo nuestras huellas marcadas previamente en la nieve.


En la niebla andando a guisa de hormigas a vuelta encontrada, charlamos brevemente con todas los senderistas que a modo de rosario querían hollar cima el primero de mayo.

Rafael sin gafas, gorra, ni bastón subió y bajó sin más problemas. Los que ya peinamos algunas canas, ya sea por viejos o por diablos, nunca nos separamos de nuestro útil bastón. 

Tras una bajada de 2,5 h recogimos el coche que a 10,5º estaba estacionado bajo la sombra del pinar y con los calcetines mojados pusimos rumbo a la venta Aquí te quiero ver de Zafarraya para dar cuenta del día de sol, nieve y niebla vividos en la Maroma.


Crónica de Pablo Portillo.