martes, 12 de febrero de 2013

ALFARNATE – PICO DE VILO (03-02-13)


El día 2 de febrero de 2013, a las 9 de la noche, el conocido internacionalmente grupo senderistas Trepacuesta ha empezado a debatir su posible transformación  en club gastronómico y/o club de petanca. En un futuro próximo, hay que ir pensando en reformar la actividad debido a las goteras de la edad de los adolescentes y de algunos de los adultos. No obstante, alrededor de unas viandas y unos refrescos  decidimos continuar con nuestra actividad actual y, con el visto bueno de las féminas y adolescentes, enfrentarnos a la ruta del pico de Vilo.
 
 El día 3 de febrero, a las 9 de la mañana, con una temperatura de 12 grados centígrados, cielo azul y sin viento, salimos en tres automóviles once miembros del grupo Trepacuestas con el objetivo de vencer al pico de Vilo.

Alfarnate nos recibió con un sol espléndido, un poco de viento y con unos agradables 6 grados centígrados. El calentamiento lo realizamos acercándonos a la calle Ermita buscando los famosos dulces carreños de la localidad, no hubo suerte, el comercio estaba cerrado.

La moral del equipo no se vino abajo por ese contratiempo y con tranquilidad  por un carril terrizo, con bastante pendiente, empezamos la ruta acompañados a izquierda y derecha de los almendros en flor, con todas las tonalidades de blanco y rosa que existen. Desde el lugar en el que encuentran las antenas, la panorámica realmente impresiona, debajo vestido de blanco el pueblo de Alfarnate, al fondo de gris la sierra de Jobo, a la izquierda de verde y de gris los impresionantes tajos de Gomer y doña Ana y arriba el azul intenso del cielo sin nubes. El viento en ese punto  empezó con suave melodía, uhhhhhhhhhhh.

Continuamos por el carril y la sorpresa en esa zona fue que los charcos estaban congelados, ahora me explico porque a esta zona se le llama los Pirineos del Sur.

Seguimos por una vereda entre  aromas de pinos y la melodía ya nos refrescaba las manos y las caras. Llegamos a la era con grandes piedras incrustadas en el suelo, oooooootra parada. En ese lugar, como estamos en época de carnaval, nos disfrazamos de montañeros de altas cumbres y continuamos entre hermosos pinos.

Proseguimos plácidamente el paseo por una pendiente ascendente y de pronto el suave sonido del viento fue interrumpido por unos ¡ ay, ay, ay, ay mi pierna! Las quejas eran de la trepacuesta Ana N. que siguiendo la tradición familiar se lesionó en la ruta al pico de Vilo. Hay que recordar el castañazo-culazo de Nati que fue merecedora de la primera condecoración trepacuestas.

Nuestro particular fiscal de procesión, disfrazado de duende, nos dejó  pasmados cuando con diversos rituales extraños, rematados con un ungüento mágico que extrajo de su saco, recuperó a Ana para la causa de conquistar el pico de Vilo. Incluso el espíritu trepacuesta se despertó en Ana y me pareció escuchar un ¡Yo aquí no me quedo, aunque se me parta la pierna llego al Vilo!

Alcanzamos la zona del pedregal, giramos a la izquierda y el viento paso del runrún a zarandearnos. Conforme nos acercábamos a la cumbre del pico, el dios Eolo nos atacaba con más violencia. Al hollar el pico, comprobamos que los dioses Eolo y Frío reinan por este lugar, estaban muy contentos de vernos y nos abrazaron con mucha fuerza. Con rapidez nos fotografiamos con nuestra bandera en el vértice geodésico situado en un peñasco y nos felicitamos por nuestra nueva conquista pese a las adversidades sufridas.

Desde el impresionante lugar de la cumbre, nos acercamos a saludar a nuestro pico de la Maroma, a la granadina Sierra Nevada que tenía una impresionante blancura, al embalse de la Viñuela que relucía como un espejo, a las sierras de Tejeda y Almijara, a la sierra del Jobo, a la sierra de Mijas, a los pueblos blancos de la Axarquía, a nuestro querido mar Mediterráneo y todos cubiertos por un hermoso techo azul sin nubes.

Eolo y Frío empezaron a ser muy pesados y aunque resistimos un tiempo prudencial, comprendimos que nuestro triunfo era breve.

Algunos en la conquista perdimos unas gotas de agua por las fosas nasales. José, comentó que el viento y el frío en lucha violenta le arrancaron una gran vela de moco. ¿ Lo de grande sería por el tamaño de la nariz?

Cuando nuestras fuerzas se debilitaron, alguien grito ¡Vámonos de aquííííííííí!. Como ejercito bien disciplinado nos movilizamos, si la subida se hizo tomando grandes medidas de precaución el repliegue se hizo rápidamente.

Cerca del carril, pero todavía en la vereda encontramos un lugar adecuado para recuperarnos de las heridas sufridas en el combate. Sorprendentemente las señoras, hasta entonces, habían hablado poco, iban embozadas, pero que conste que voluntariamente. Desde allí se escuchaban con mucha fuerza las carcajadas de Eolo todavía

 A las 2 de la tarde, con la caricia del sol y unos buenos bocadillos recuperamos las fuerzas rápidamente. Las viandas fueron acompañadas por una jocosa tertulia. El compañero Pablo defendió la hipótesis de que el hombre no puede llegar a entender a la mujer debido a que el hombre tiene una parte importante de su organismo “adherido” y la mujer lo tiene interno. Hubo opiniones variadas sobre este tema.

Con la sensación de deber cumplido, llegamos a Alfarnate y siguiendo la tradición, fuimos a tomar algún líquido reparador en el Mesón de la Villa. Del famoso jamón asado del lugar sólo quedaba el hueso pelado. Un grupo alegre de varones de la localidad, vestidos de verde,  habían finiquitado el jamón, continuaban con las birras después de un día de asueto en el campo. La envidia malsana aumentó, cuando Cele comentó que las señoras del lugar tienen fama de muy hogareñas y hacendosas.

De esta forma se explica que los jóvenes trepacuestas Ángel y Javier se perdieran de regreso al automóvil y cogieran otro camino. Está claro, al escuchar tanta alabanza de la vida rural quisieron darnos el esquinazo y desertar de la vida urbana.

Regresamos a La Cala del Moral sin probar los dulces carreños y el jamón asado de Alfarnate pero con la satisfacción de haber coronado el pico de Vilo. La fiesta terminó con la visión del toro de Osborne sobre un cerro que  nos volvió a la realidad, hay que prepararse para coger nuevamente la muleta para lidiar el día siguiente que es laboral.

Crónica de Salvador Nieto López.