lunes, 2 de noviembre de 2009

SUBIDA A LA MAROMA POR EL ROBLEDAL (Domingo 1 de noviembre de 2009)

Hacía tiempo que Ruiz quería hollar La Maroma. En verano no le fue posible y observaba que el año 2009 tomaba su recta final, además el otoño pasaba rápido. Ello hizo que el sábado 31 de octubre cuando nuestros hijos celebraban Hallowen en la plaza de La Cala y ante la ausencia de aspirantes dispuestos a acompañarnos, paladeando unas cervezas, Jóse y este humilde cronista cerrábamos horario y programa de ataque a esa montaña. El grueso de los Trepacuestas también subieron, solo al Robledal, con el propósito de pasar una jornada de campo y hacer algo de piernas.

A las 7,00 de la mañana, día de Todos los Santos, este par de Trepacuestas tomamos dirección al Boquete de Zafarraya y tras un amanecer titubeante con satisfacción pudimos observar como las nubes quedaban abajo, en la línea de costa. La segunda sorpresa de la mañana vino cuando a las 7,45 horas al repostar en la gasolinera de Ventas comprobamos que no hacía ni chispa de frío. El inicio de la caminata dio comienzo a las 8,05 horas desde el Robledal. Sin parar y de un tirón en una mañana de excelente temperatura para lo avanzado del otoño.


Y con muchas ganas alargamos el paso para arriba. Fue en el primer repecho cuando empezamos a sudar y a sentir como La Maroma comenzaba a llamarnos.Siempre lo he dicho, La Maroma tiene algo especial que atrae a todos los que vivimos en la Axarquía y que tarde o temprano hace que tengamos que subir a la cumbre para estar en paz con ella. Parecerá una tontería pero con el paso de los años entiendo que se ha convertido en una fijación que constantemente sobrevuela nuestros pensamientos.

La subida como digo fue rápida y limpia. Nada de viento. El equipo de costumbre a la espalda y en uno de los repechos dejamos atrás a unos veteranos senderistas daneses que disfrutaban de la vista, sin nieve por ahora, de sierra Nevada.

Horas después volvíamos a cruzarnos con ellos en nuestra bajada. Pronto llegamos al Salto del Caballo, cuando a nuestra izquierda dejábamos a los habituales muflones de la zona y sin perder pie nos volcamos en busca de la vista de Málaga y su mar. Esta vez podemos decir fue un auténtico mar de nubes lo que cubría el mar de Alborán lo que nos causó la sensación de ir volando. Las panorámicas que esta montaña tiene y pese a las veces que hemos coronado siempre nos han deparado distintas perspectivas en cuanto a luces, vistas y contrastes.

Enfilado el cortado-arista a las 10,20 horas, es decir 2 horas y 15 minutos después de la partida, hollábamos La Maroma. En la ascensión anterior, mayo de 2008, tardamos 2 horas y 25 minutos. Increíblemente en la cima absolutamente nada de viento, algo de calor y unas cuantas moscas. Baste recordar que toda la subida se hizo con manga corta. Tras dejar reseña casi telegráfica en el buzón de la Agrupación Montañera de la Axarquía nos deleitamos con el paisaje completamente descubierto al norte y totalmente nublado hasta África por la cara sur. Luego unos sabrosos higos secos y agua sirvieron para dar por terminada nuestra comunión maromera y a las 11,00 horas de vuelta al Robledal.

Destacar que será coincidencia o casualidad pero hemos encontrado mejor señalizada la ruta -monolitos- y más despejado el sendero que en anteriores ocasiones.

La bajada sin más problemas que el tener en contra mucho tráfico, pues no recordamos peregrinaje senderistas semejante en busca de la cima.

Es en el regreso cuando siempre nos hemos preguntados sobre que es mejor si subir o bajar, dado el terrible esfuerzo al que se someten punteras y rodillas. Carrileando para el Robledal nos encontramos con el resto de Trepacuestas que venían haciendo piernas. Los pequeños se vinieron con nosotros y los mayores siguieron algunos minutos más de subida.


A las 13,10 horas y sin más novedad que tener la satisfacción de comprobar que todo sigue igual allí arriba, en un hueco del llano del Robledal, sobre las 14,20 horas dábamos cuenta de unos bocadillos mientras nuestros hijos intentaban armar una cabaña, con poco éxito por cierto.

Bajo unos pinos la sobremesa con tertulia incluida fue muy agradable, dando rienda los Trepacuestas a la imaginación con el respiro de saber que al día siguiente, lunes, teníamos igualmente otra jornada festiva y por tanto tiempo sobrado para descansar.

Sobre las 17,30 horas levantamos el campo y fuimos en busca de pasteles y café.La ocasión hizo que preguntado Celes por una antigua pastelería en Ventas de Zafarraya nos dirigiéramos a Pastelería Gloria en la antigua estación de tren. De los pasteles y el café ni que decir tiene que los devoramos en un abrir y cerrar de boca.

Luego la suerte acompañó a los Trepacuetas cuando por casualidad Paqui se interesó por el antiguo museo del ferrocarril que ella recordaba haber visitado hace años. Como nos vieron con interés rápidamente y con la amabilidad que

caracteriza a los venteños avisaron a Paco (Propietario del Restaurante Antigua Estación. Para reservas llamar al (687/54-42-21) y como magnífico anfitrión nos enseñó a mayores y niños el museo que esta antigua estación guarda en su sótano.

La visita fue un inolvidable paseo al pasado. Los niños contemplaron herramientas y máquinas desconocidas para ellos. Desde un tocadiscos con placas de vinilo en funcionamiento,una troqueladora, pasando por embases de cristal, arreos para animales, un somier, una caldera, etc…


Un tren en miniatura cautivó a Ángel. Salvador quedó prendado de la escalera que creo le llaman de la samba -un prodigio de imaginación-. Nati y Paqui y colgado del techo observaban atentas una antigua tejedora o algo parecido. Paco nos puso un video de unos pocos minutos de duración sobre un pequeño documental que Canal Sur emitió hace tiempo en Andalucía Directo tras el paso de este programa por el museo.


Sobre las 19,30 horas terminamos nuestra estancia en Ventas de Zafarraya y pensando algún día en volver para dar cuenta de alguna de las especialidades que se sirven en el restaurante, nos despedimos ya de noche.

De allí nos fuimos todos pensando que nadie de los Trepacuestas podía esperar semejante final para este bonito día de campo por tierras granadinas.


Crónica de Pablo Portillo.