martes, 9 de noviembre de 2010

Ruta del pinsapar de Sierra Bermeja. 6 de noviembre de 2010

Como es costumbre por estas fechas del año, D. Rafael, nuestro párroco, organizó una excursión dirigida sobre todo a los niños de Primera Comunión y a los de los grupos de perseverancia, la cual para satisfacción de todos, este año ha tenido una muy buena aceptación, pues así como otros años hemos ido todos en un solo autobús, en esta ocasión  ha sido necesario recurrir a un microbús de apoyo. Algunas familias  hicieron el trayecto en su vehículo.
La ruta elegida fue el pinsapar de Los reales , en el paraje natural de Sierra Bermeja. Es este un macizo montañoso de origen volcánico situado al borde del mar Mediterráneo y que recibe su nombre del color rojizo de las peridotitas, rocas que se componen en gran parte de hierro, y al oxidarse dan ese color rojizo predominante, todo un atractivo natural que nos auguraba  un esplendido día de senderismo.
Después de distribuirnos entre los dos autocares, a las 9:00 de la mañana  salimos  de la plaza de la iglesia, dándole la espalda al sol,  dirección a Estepona, localidad desde la que comienza el ascenso a tan idílico lugar. Mientras admiramos la inmensidad de Sierra Bermeja vamos consumiendo kilómetros hasta llegar al puerto de Peñas Blancas, a casi 1000 metros de altitud, donde nos dejarían los autobuses  y comenzaría nuestra andadura a eso de las 11:00 de la mañana.

Comenzamos en descenso por la carretera que lleva a Genalguacil  buscando el carril que nos conduciría al paseo de los pinsapos, pero unos lugareños nos indicaron un acceso mas fácil para el grupo, por lo cual volvimos sobre nuestros pasos hasta el punto de partida, sirviéndonos esto de un inesperado calentamiento, cosa que siempre viene bien a la hora de iniciar cualquier ejercicio.

Desde este punto donde nos apeamos de los autocares, volvimos a iniciar la ruta sobre las 12:00 del mediodía, esta vez dirección al  Pico de los Reales por una estrecha carretera de montaña. Es una subida cómoda, por asfalto, y con unas impresionantes vistas hacia la costa mediterránea y  las sierras colindantes, también contemplamos entre brumas el Peñón de Gibraltar , no pudimos divisar la costa africana, pero es esta montaña una buena atalaya para contemplarla en días claros y con buena visibilidad.
La subida está flanqueada por pinos , quejigos, helechos, encinas, algún castaño y madroños, de los cuales algunos dieron buena cuenta. Así entre amena conversación y fuertes rampas, aparecen los primeros pinsapos, el mayor atractivo de esta sierra, especie endémica del sur de la península, donde se encuentra el 85% de esta especie a nivel mundial.
En una cerrada curva a la izquierda nos topamos con el Paseo de los pinsapos, un autentico bosque de esta peculiar especie de coníferas que aquí instalaron su residencia hace miles de años. Empezamos el recorrido con un corto descenso sorprendiéndonos la penumbra y poca luz que dejan pasar los arboles bajo sus copas. La mayoría de las rocas del sendero están cubiertas de musgo que denotan la humedad que caracteriza a estos parajes. Era difícil aquí frenar a la gente menuda que disfrutó de lo lindo, y los mayores disfrutaron como gente menuda, aunque es de recibo decir que algunos más que otros.

Al final del recorrido existe un pequeño puente, que tras cruzarlo, a pocos metros, sobre las 13:30 llegamos a La plazuela, final del recorrido, un lugar de singular belleza presidido por un majestuoso tronco inerte pero aún en pie, de un centenario pinsapo. Allí se encuentra también un muro de piedra, en el que hay inscrito en cerámica, un bello poema dedicado a los arboles de Federico García Lorca. El lugar estaba concurrido de senderistas, entre los cuales había un grupo procedente de la vecina Granada  y algunos otros que nos acompañaron en la posterior misa. En ese entorno, es inevitable pensar como perdemos el tiempo engullidos por la urbe, delante del ordenador o mirando la caja tonta, y no reparamos en el espectáculo gratuito que nos ofrece y regala la naturaleza.

Aquí, la chiquillería jugó entre la arboleda pasándolo en grande, pero teniendo en cuenta la hora y  la distancia recorrida, era el tiempo  de avituallarse, y cada cual apostado donde quiso repuso fuerzas, unos a base de bocatas y otros con manjares mas suculentos, dando paso el almuerzo a la hora de la Eucaristía, pues ya se hacía tarde, la temperatura bajaba y la humedad del lugar se hacía sentir. Antes de iniciar la misa se interpretó un cuento, y digo interpretó porque fue narrado y contado por varias personas, un cuento que hablaba de los milagros, y sobre todo del milagro que es la vida.
 
La Eucaristía en estas convivencias tiene algo mágico, el entorno la hace especial. En esta ocasión y como bien apuntó D. Rafael, el artesonado de este improvisado templo fueron el cielo y las copas de los arboles; los bancos fueron los troncos caídos, la hierba húmeda y las piedras , y las imágenes los centenarios pinsapos, mudos guardianes y testigos de la homilía. Empujados y casi obligados por la hora y por el frio y la humedad, nos dispusimos a deshacer el camino andado, sobre las 16:00 de la tarde. Media hora después la cabeza del grupo llegaba a la curva de la carretera, donde un rato antes nos adentramos por el sendero, y donde reagrupándonos nos hicimos la foto de familia. Ya solo quedaba bajar por la carretera hasta el puerto de Peñas Blancas donde nos esperaban los autocares, y alrededor de las 17:30 partíamos con dirección a Estepona, volviendo a dar la espalda al sol.
Se noto la ausencia de algunos Trepacuestas que no pudieron asistir a esta cita por diversos motivos, seguro que hubieran disfrutado como lo hicimos nosotros.

Esta breve crónica quiere dar a conocer lo acontecido en este día  de senderismo, convivencia y hermandad, pero también queremos que sea una muestra de reconocimiento a las personas que tuvieron más dificultad para llegar al lugar, pues  el sendero pedregoso que nos llevó a La Plazuela del pinsapar,  ofrecía cierta complicación en su trayecto. Sobre todo reconocer el esfuerzo de Isabel, que ayudada en todo momento por  Miguel Ángel, consiguió realizar el recorrido.  
 
Crónica de Jose .

     ¡Árboles!
¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?

Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra? 


Federico García Lorca.