jueves, 30 de mayo de 2013

A LA MAROMA,UN DESTINO, DOS RUTAS. 19 DE MAYO DE 2013


                                                                RUTA SUR
El mes de mayo es el mes por excelencia de la primavera. Estalla el colorido de la naturaleza y el ser humano lo aprovecha para decir adiós al frío y para realizar ferias y romerías. Fiestas religiosas y paganas. Así que este año los Trepacuestas y amistades han realizado dos peregrinaciones a La Maroma en el mes de mayo, una en la fiesta del trabajo y otra en la fiesta de Pentecostés.

El programa del domingo de Pentecostés era que el grupo formado por José, María y José Carlos subieran por la cara norte desde El Robledal y el grupo de Pablo, Manuel y un servidor subiéramos por la cara sur desde el pueblo de Canillas de Aceituno.

El grupo que más madrugó fue el de Canillas de Aceituno y quedamos a las 05:45 horas para salir de La Cala del Moral y a las 6:30 horas estábamos aparcando el automóvil.

El pueblo nos recibió con una temperatura fresca pero agradable y con el canto de los gallos y el cacarear de las gallinas, para los que vivimos en ciudad todo un lujo escuchar esa música de campo. También algunos perros cantaban a esa hora, pero esa música también la tenemos en la ciudad.

La ruta comenzó junto a una estatua del cantaor Antonio de Canillas y una fuente de tres caños con su música celestial.

El pueblo tiene calles estrechas y empinadas por lo que la ruta desde un principio comenzó a ser exigente. Continua la vereda entre pinos y por el camino sobresaltamos o nos sobresaltó un hermoso sapo. Nuestro guía Pablo nos animó y tranquilizó con el comentario: ¡La ruta no tiene pérdida, siempre para arriba!

A las 07:30 horas hicimos una pequeña parada en un lugar  misterioso denominado La Rábita. En este lugar hay un bonito pilón con agua, un cartel nos informa de que viven ranas y otro cartel nos explica que estamos en un lugar muy especial. En épocas de los romanos en este lugar se buscó la riqueza material y posteriormente otros seres humanos buscaron la riqueza espiritual. Oro y santidad, dos caras de los hombres en un mismo lugar.

Hasta ese momento todo el tiempo había estado con la barbilla pegada al pecho, pero en un momento de descuido miré para arriba y vi una inmensa mole gris, tuve que levantar la cabeza más y más y cuando la barbilla se puso a la altura de la frente es cuando divise la cumbre. Me intimidó esa visión y de mis labios salieron un leve silbido y un pequeño murmullo ¡vaya lo que me espera!. José me lo había advertido la noche anterior: ¡Eso es un mataero!

La temperatura había cambiado de una agradable temperatura a frío y con rachas de viento en alguna zona muy desagradable.

Continuamos subiendo y desde un montículo Pablo nos preparó y señalo con su dedo: ¡Ahí está los famosos zigzag! Así que con paso decidido, pero lento, controlando la respiración, tomándoselo con mucha calma fueron superados cada tramo. Sobre todo sin mirar para arriba y para recargar los
pulmones se recomienda mirar para abajo, contemplar el maravilloso blanco de los pueblos de la Axarquía, el verde-azulado del pantano de la Viñuela, el azul del Mediterráneo y a lo lejos Málaga entre la bruma.

Alcanzamos el lugar denominado “Proa del barco” con otra vista panorámica impresionante. En este lugar de dirección oeste cambiamos a este, realizando otro descanso para prepararnos al asalto final a la cumbre.

El tramo último por un terreno sin vereda, pedregoso con las hierbas típicas de las montañas y sin ningún árbol. La naturaleza nos tenía reservado una hermosa sorpresa, por la noche había llovido y con la ayuda del viento y el frío habían esculpido en cada  hoja de las plantas un hermoso espectáculo. Las plantas estaban heladas y en posición horizontal en cada una de ellas y con dirección este a oeste con varios centímetros de longitud de hielo.

Seguimos subiendo y de pronto a pocos metros divisamos el vértice geodésico de La Maroma que nos decía que estábamos en la cima, habíamos superados el desnivel de aproximadamente 1.500 metros, en 10 kilómetros y eran las 10:15 horas.

Después de las correspondientes felicitaciones y fotografías con la bandera trepacuesta al lado del vértice geodésico, nos sentamos dentro de un corral de piedras y a las 11:15 horas aparecieron por el este el grupo formado por María, José Carlos y José. Presentaciones, saludos, felicitaciones y para bienes, fotografía al lado del “manolito” nuevamente con la bandera trepacuesta y por el éxito de coronar la cumbre brindis con un “ligaillo” compuesto de vino moscatel con un chorreón de jerez amontillado.

A la hora del Angelus empezamos la bajada hacía El Robledal y a unos 500 metros de la cumbre y con una vista espectacular de la Axarquía, el trepacuesta José que estaba feliz, entró en un estado mágico y abriendo sus brazos y manos empezó una serie de cantos enérgicos dirigidos a todos los fenómenos de la naturaleza, a la amistad, al viento y entrando en éxtasis cantó de forma magistral una malagueña maromera titulada ¡Hay que me tiro al suelo!. Hacía tiempo que no escuchaba unos cantos tan sentidos. El duende del cante se había apoderado de José y sus saetas malagueñas maromeras llegaron a un grado de esplendor que no creo que a los presentes se nos vaya a borrar de la memoria fácilmente.


Para volver a ponerlo en servicio normal se utilizaron pomadas, parches, píldoras mágicas, incluso material psicológico “bromas hirientes y punzantes”. No se recuperaba de su estado de contracción mística, así que se pasó a una nueva fase, la manipulación de sus piernas y en ese punto fue decisiva la actuación de unos señores que después de intercambiar unas palabras con José se unieron al grupo cogiéndolo cada uno por una pierna y subiéndolas y bajándolas. Agradecemos a dichos fisioterapeutas y al grupo senderista granadino “Los jákimas” la ayuda prestada para volver en sí al protagonista de la jornada.

Admirando la naturaleza, desde ese maravilloso escenario-balcón de la Axarquía elegido por José para presentarnos su próximo espectáculo que estrenará en el Teatro Cervantes próximamente y que será impactante y rompedor de moldes clásicos en el mundo de la flamencología. En esos momentos pensé, que para la promoción del espectáculo vendría de maravilla el bajarlo desde La Maroma en un magnífico burro de los muchos que transitaban estos caminos no hace mucho con los característicos cánticos de los mismos ¡Aaaahrrr, aaaaaahjjjj, aaaaaaaaaaajjjjjjjjj……..! ¡Qué alegría más grande nos hubiera dado esa visión!

El momento místico desapareció aproximadamente a las 13:00 horas con un canto sentido y con fuerza trepacuesta José se arrancó con una maromera extraordinaria titulada: “Y ahora aunque cojo, me levanto y tiro para abajo”. Con paso corto, despacito, con mucho señorío y con la ayuda de dos bastones pasamos junto al abismo. Las nubes del fondo no nos dejaron nuevamente ver las montañas de África, pero los nubarrones de la bajada desaparecieron poco a poco de nuestra vista.

Sin descanso pasamos por “El salto del caballo” y continuamos despacito y ya contemplando el paisaje de la zona norte de La Maroma con sierra Nevada con su color blanco característicos del invierno. Un pequeño descanso, con bocadillos recuperadores incluidos y antes de enfriarnos nuevamente al sendero.

La alegría del personal se desbordó al llegar al carril. En ese punto vimos rosas silvestres que nos relajaron y la marcha se animó con cánticos a La Maroma y a la maravilla de la naturaleza y sobre todo alabanzas y parabienes a José.

La despedida del grupo fue tomando café en el bar-restaurante “Aquí te quiero ver”, al lado del boquete de Zafarraya.

Felicitaciones a María, José Carlos y Manuel por la subida a La Maroma y agradecer su agradable compañía, espero que nos acompañen en otras rutas.

Escuchando el canto de los pájaros y de burros de campo, los cohetes de la romería de la Virgen de la Cabeza y las campanas de la iglesia de los Descalzos, en Ronda a las 08:00 horas del domingo 26 de mayo.

Crónica de Salvador Nieto 

                                              RUTA NORTE


  La Maroma, un mismo  destino, dos caminos distintos, podría ser el título de una película o de una novela, más bien de esta última se me antoja y ya se verá porque. Fue idea de Pablo, que ya llevaba tiempo madurando esa idea, cruzar Sierra Tejeda de sur a norte, es decir, subir a La Maroma desde Canillas de Aceituno, ruta sur, y bajar por El Robledal, en la provincia de Granada, ruta norte.


  Esta vez el grupo se dividió en dos, Pablo, Salvador y Manolo atacarían la cara que da vista al mar, María, José Carlos y yo, subiríamos por el norte y en la cima nos encontraríamos, pero para que eso ocurriera paralelamente en el tiempo ellos tuvieron que salir antes, ya habéis leído la hora de quedada en la crónica de Salvador, no la repito porque me da sueño, ¡vaya madrugón!!!, de ahí que se acordara escribir dos crónicas distintas, la norte y la sur, pero como habéis leído previamente, Salvador ha relatado fiel y magistralmente lo acontecido aquel día y estas breves líneas comentan lo mismo pero desde otra vertiente y perspectiva.


  Menos madrugador, el grupo sur, quedamos a las 7,00 de la mañana para desayunar como otras veces en el mesón de María de La Cala del Moral, y puntuales acudían María y José Carlos presto a lo que sería su "bautizo maromero" , sobre las 7,30 aun ante tostadas con aceite y cafés el amigo Pablo  llamaba para intercambiar posiciones, ellos ya en el paraje de La rabita, nosotros aun en La Cala, supe entonces que ellos llegarían antes a la cima y por lo tanto esperar más, por lo que abreviamos y salimos prestos hacia El Robledal.



  A las 8,30 ya estábamos enfilando el sendero hacia la cima una vez más, la subida fue tranquila, sin prisas pero sin pausas, disfrutando de la mañana que aunque estaba fresca era agradable, decir que tanto María como José Carlos demostraron un estado de forma increíble, era la primera subida a la Maroma de ambos y una de sus primeras rutas senderistas, ciertamente una buena ruta para estrenarse en esto de la montaña.



  Sobre las 10,30 caminábamos impresionados por las vistas desde el tajo voladero, antes de enfilar el último tramo antes de la cima llamé a Pablo y me confirmó que estaban en la cima desde hacía un buen rato, sobre 45 minutos después María era la primera del grupo norte que tocaba el monolito de la cima y se produjo el encuentro, besitos, abrazos, saludos y brindis con vinito y anisette francés.



  Hasta aquí todo normal, desde aquí, iniciando la bajada empezó un Vía Crucis que "padeceríamos" los 6, no solo yo. Una serie de tremendos calambres y contracciones en mis dos piernas hizo que el descenso fuera algo más complicado de lo normal, calambres que se sucedían de una pierna a otra simultáneamente sin descanso y que me hacían pensar:  ¿Ahora como bajo yo de aquí?  y seguro que no fui yo solo en que pensó eso, seguro que por la cabeza de mis compañeros merodeaba esa duda, y es que hubo momentos de cierta, "tensión".



  Aquí , públicamente  y en este blog donde has quedado reflejados tantos buenos ratos de los Trepacuestas, quiero dar las gracias a todos y cada uno de los amigos que me acompañaron, que hacían, y estoy seguro de ello, todo lo posible y lo imposible por ayudarme y que todo tuviera un final feliz. Pablo, José Carlos, María, Salvador y Manolo, a todos mi agradecimiento por saber no perder nunca la calma y poquito a poco ayudarme hasta alcanzar los coches.



  También quiero agradecer a aquellas personas que pasaron e hicieron también lo que estuvo en su mano por ayudar, como ya ha contado mi antecesor cronista, en especial a Jesús que me llamó al día siguiente interesándose por mi estado y evolución.

  Sé que aquella situación no era lógica por lo que he iniciado un reconocimiento médico para que los galenos  determinen el porqué de aquella dolencia.



  Me ha encantado como Salvador ha relatado mi calvario, del cual también ellos fueron partícipes y por lo tanto también "sus Calvarios".




  Cierto es que mis ayes de dolor podían parecer saetas, soleares o siguirillas y ya veo que Salvador me anima a esto del flamenco y el cante jondo, de hecho y haciendo caso a su recomendación busco nombre artístico y barajo varios por lo cual pido consejo.

  Pepe " el calambraso",  el niño del calambre, o "calambraso de La Cala", ya me diréis cual os parece mejor.





A pesar de todo, ni dolores ni calambres, impidieron que fuera un gran día de senderismo y de una nueva subida a La Maroma, siempre santuario. De lo malo y de lo peor ya hemos hablado, de lo bueno y lo mejor la compañía, mis compañeros de ruta, una vez más, gracias, volveré.



Acabo la crónica norte con mi primera letra de   flamenco:

"¡Ay, Ay , Ayyyy!!!!

  calambraso ma pegao

  de la rodilla parriba

  de la rodilla pabao"



Crónica de José