lunes, 17 de enero de 2011

RUTA INAUGURAL RIO GRANADILLAS-TIO CAÑAS. RINCON DE LA VICTORIA. 16 DE ENERO DE 2011.


A las 10.00 horas y después de degustar un magnífico y axárquico desayuno en los Morenos, 43 ninfas del senderismo  y Tais, perra de agua que nos acompaño de principio a fin, con un comportamiento ejemplar, iniciamos la ruta inaugural del Río Granadillas-Tío Cañas. La ruta transcurrió en un ambiente primaveral, sin calor y sin frío, lo que hizo más llevadero el camino, que al final resultó más difícil y complicado, de lo que en un principio parecía. El buen humor y la camaradería reino como siempre, en esta primera ruta de la temporada. Es de destacar este buen ambiente entre todos los participantes del senderismo, ya que somos amigos y eso se traslada al camino. Caminante se hace camino al andar y bien que caminamos e hicimos camino, departiendo buenos momentos de charla, recordando la navidad pasada y hablando del senderismo, de los planes de futuro, de las próximas rutas. Impacientes amigos del senderismo, habrá nuevas rutas y como siempre las mejores para recorrerlas juntos, en las nuevas aventuras, que seguro nos deparará el futuro y el camino.
 

    En esta ruta rinconera, nos acompañó el paisaje, el tiempo, los amigos, los almendros en flor. Todo engalanado para extasiarnos con su contemplación. El campo nos recibió con sus mejores galas, fuimos con la vista y los sentidos para deleitarnos y lo conseguimos. Nunca una ruta nos ha sorprendido con tanto. Fuimos de sorpresa en sorpresa. La sorpresa de la señalización tan completa. Los carteles que ubicados correctamente y con tanta información incitaban a andar, más y más. 

La fotografía de grupo en esa atalaya que es la Capitana. Tan cercana y tan distante, tan altiva, en su privilegiada atalaya. Nuestro mar, nuestro Rincón al Sur, y al Norte, la invitación lasciva del caminante, el camino, la sorpresa que nos espera a la siguiente curva. Sentido y sentimiento. Las dos palabras que resumen la ruta. Gastronomía, cultura e historia, los aderezos de la ruta. Todo en una ruta. Satisfacción por ofrecer a los senderistas una ruta muy completa que aúna gastronomía, paisaje, dificultad, sentimiento y cultura. Deseos de que todas y todos la conozcan. Merece la pena y todos somos testigos de esas cualidades y sentimientos.


  Volviendo al camino y a las sorpresas, nos encontramos con Juan Carlos, el profesor de Yoga, que nos sorprendió, cuando ya llegados al Río Granadilla, nos fue entregado por Protección Civil, una bolsa de mandarinas, que degustamos entre todos y nos quedamos maravillados del buen sabor de las mismas. Del buen sabor del campo. Como nos gusta lo natural, lo bueno, lo cercano.

    Las sorpresas jalonaron todo nuestro andar. La alcubilla árabe, al lado de la cuadra, que proporcionó agua para las gentes del lugar, que eran muchos los habitantes, en un pasado, de estos lares. La higuera, ahora desnuda, pero cuando volvamos a realizar la ruta, en la primavera, se verá vestida de buenas y jugosas brevas. La flora autóctona del lugar lució en todo su esplendor y con un merecido reconocimiento en todos los carteles.
 
    La Torre Albenda merece un reconocimiento especial. Es la gran olvidada de las torres vigías que antaño cuidaron de la seguridad del lugar. En su privilegiada posición veló por la seguridad de nuestros antepasados y el paso del tiempo la ha llevado a la actual degradación y olvido. Se merece una restauración y un recuerdo en los libros de nuestra historia. En nuestra ruta tiene ese privilegiado lugar, que nunca debió perder. Su presencia sirvió para hacernos las mejores fotografías de la ruta. Sorpresa para los que no conocían de su existencia y sorpresa para los que la conocíamos, pero no habíamos estado allí para fotografiarnos junto a ella. Fotografías para el recuerdo, pero también para el futuro.


    La continuación del camino nos llevó de nuevo al cauce del río, discurriendo por el municipio vecino y amigo Moclinejo, que merece siempre una visita. En su principio o fin de su término municipal tuvimos oportunidad de recuperar fuerzas, reagruparnos, disfrutar con las mandarinas, y con las locuras de Isi, que no tuvo reparo alguno, con tal de obtener una buena fotografía y disfrutar del momento, de subirse a las alturas, en este caso, encima del techo del vehículo de protección civil y el que les escribe obtener una fotografía de un pájaro volador, entiéndame, de una mente voladora y soñadora. Reflejo de un alma inquieta y soñadora. Todos los senderistas somos inquietos y soñadores. Soñamos con descubrir nuevas rutas y nuevos paisajes. Soñamos con un mundo mejor y en eso estábamos, cuando enlazamos con la continuación de la ruta, dirección al Tío Cañas. La primera sorpresa un jabalí, la segunda la ermita del Río Granadillas. Nuestro guía Carlos, buen conocedor del lugar, se esforzó en contarnos toda la historia y la trascendencia del lugar. Quién quiera escucharlo aprenderá mucho de todos los acontecimientos vividos en estas tierras.

    El resto del camino continuó con nuevas y trepidantes sorpresas. Divisamos Moclinejo, Benagalbón, un barco de cruceros, que nos acompañó en la bajada del Tío Cañas, el progreso de nuevas urbanizaciones que casi devoran el paisaje y finalmente el fin del sendero, que nos llevó de nuevo al inicio, a disfrutar en compañía de los amigos de un buen almuerzo, donde dimos cuenta, entre otras viandas, de una paella de arroz y de varias cervezas fresquitas. Que sería del senderismo sin las cervezas que ponen punto y seguido a una nueva ruta. Que sería del senderismo sin la buena compañía. Tan grata era la compañía que no queríamos terminar, que no queríamos abandonar y volver a la rutina. Casi nos echan del bar, pero al final nos despedimos, con la promesa de volver a estar juntos, de volver a hacer camino. De caminar juntos descubriendo las sorpresas que nos deparará el futuro y el camino.
    Gracias a todos por vuestra compañía y vuestro camino.


Crónica de Antonio Sanchez.