domingo, 20 de junio de 2010

II RUTA SENDERISTA DE LA TAPA RINCON DE LA VICTORIA. 30 DE MAYO DE 2010

Las promesas hay que cumplirlas y la tradición también. Es una costumbre en Rincón de la Victoria acabar la temporada con esta ruta senderista de la tapa, que en esta ocasión tuvo un formato distinto, pero igual apetecible gastronómicamente hablando. Fuimos citados en el Restaurante los Morenos a las 10,30 horas para degustar un delicioso desayuno axárquico. Con unos 30 valientes senderistas, dimos rápida cuenta de las viandas que nos fueron proporcionadas y nos movilizamos para iniciar la ruta por los montes de Rincón de la Victoria.

Fuimos sorprendidos por un sol radiante y una temperatura que vislumbraba ya la cercanía del verano. El calor se nos presentó y sin saludarnos siquiera nos acompañó toda la ruta. Agobiante la canícula y algunas deserciones de los participantes, hicieron esta ruta de una dificultad media o media/alta. Éste que les escribe, abandonó a mitad de camino y no por el calor o el cansancio, sino por las peticiones de las menores del grupo. Noelia y Susi se cansaron antes de la cuenta. No fuimos los únicos senderistas que abandonamos a mitad de camino, en total 7 nos dispusimos a desandar lo andado y ese sol radiante, que nos acompañó y nos hablaba, y nos recordaba que ya no era época de monte, sino de playa. La playa se divisaba a lo largo de toda la ruta. Las vistas eran impresionantes y los restos arqueológicos nos indicaban la grandeza antigua del lugar. Son sorprendentes los restos que jalonan nuestros campos y nuestra memoria. Nuestro acervo cultural es maravilloso y desconocido. Nuestra ruta inquietante e histórica, gran desconocida, que pronta dejará de serlo, al tener en marcha el ayuntamiento un proyecto senderista que pondrá en valor toda nuestra cultura oculta en las malezas del campo.

Esta crónica es especial por diversos motivos. Es especial por la grata compañía de todos los que realizamos la ruta senderista de la tapa, la amena conversación, el paisaje y la cultura jalonada a lo largo del tortuoso camino, pero también es especial, porque es la primera vez que se realiza por dos personas. Una vez me día la vuelta, Pablo Portillo, tomó las notas precisas para terminar la crónica. Las siguientes líneas dan cuenta y fe de ello.


Y así es amigo Antonio Sánchez, ahora tomo el relevo de esta crónica cuando bajo un gran algarrobo donde nos refugiamos la cabeza de grupo supimos de la retirada de algunos senderistas. Divisando el mar y mirando el próximo tramo de subida a más de uno le pasó por la cabeza darse media vuelta e irse a la playa.

Sigo pensando que la idea de la ruta es aprovechable, en todo caso hay que darle un aliciente o reinventarla y sobre todo lo que si es necesario es el cambio de fechas.

Así las cosas y para bienestar de los sufridores del camino, una vez ganada horizontalidad, una ligera brisa se apoderó del monte e hizo más llevadera la trocha. Tan solo se cortó el agradable airecillo cuando nos metimos en la rambla del arroyo de Benagalbón.

Pero antes de todo ello -tengo anotado a las 11,53 horas- paramos la marcha en una curva del carril y a mano derecha bajo un par de higueras con fruto -que pena no pasar dentro de 20 días- encontramos una alcubilla con una pileta rebosante de agua -un verdadero oasis-, que aunque no nos atrevimos a beber ya que estaba estancada, nos sirvió para refrescarnos y mejorar la sensación de de aridez del terreno. Como digo allí algunos senderistas pudieron refrescarse cabeza y sentimientos.

Más tarde, sobre las 12,05 horas y en bajada, con el grupo roto, nos topamos con Torre Albenda. Fue una magnífica torre de señales -desconozco si fue cristiana o musulmana-. De planta cuadrada divisa una extensa zona de terreno en su
entorno. Ignoro donde está la siguiente torre de repetición, supongo
que en la playa, pero en la montaña tampoco sé donde ese ubica la
siguiente. Desmochada en su parte superior, de unos 4 o 5 metros de altura, es una de las construcciones desconocidas de la localidad y merece una atención por parte de todos. Poco o muy poco se ha escrito sobre estas torres del municipio, que junto a la del Zarzo y las ruinas de Funes conforman aquella olvidada parte de la historia local de la zona.


Pronto, sobre las 12,30 horas y en bajada por el cauce del arroyo Benagalbón a ritmo libre hubo un reagrupamiento en el cruce de Bonilla. Algunos senderistas se retrasaron y eso hizo que todos esperásemos charlando al citado agrupamiento.

El definitivo punto de encuentro final se produjo en el Restaurante los Morenos, donde junto a una fría cerveza coincidimos “desertores” y “cumplidores” de la ruta con el almuerzo preparado por el chef Ricardo, que amablemente salió a presentarse y ganarse a unos ruteros hambrientos de nuevas expediciones y así poder cumplir el programa establecido hasta el final. Pescado diverso, ensalada, paella de arroz -del lugar- y helado, de todos dimos cuenta y de nuevo se cumplió la antigua tradición de hacer amigos alrededor de una buena mesa, entablar tertulia y en definitiva hablar de futuros proyectos.

Termina la crónica nuestro organizador y promotor Antonio Sánchez que admite que tras recoger las indicaciones de muchos de los participantes el año que viene la III Ruta Senderista de la Tapa la realizaremos en febrero y la haremos coincidir con la feria de Benagalbón, lugar donde allí daremos cuenta de las tapas del lugar, que son variadas y ricas.

Saludos y hasta la temporada que viene.


Crónica de Antonio Sánchez y Pablo Portillo.