miércoles, 7 de diciembre de 2011

PICO VILO. ALFARNATE. 6 de Diciembre de 2011


Lo del pico Vilo en Alfarnate era cosa de tiempo. Como diría hace años el cantante Albert Hammond aquella montaña era “una espinita clavada en mi corazón” y no miento si digo que llevábamos tres años pensando en abordar esa mítica cota de la Axarquía, hasta que finalmente el pasado día de la Constitución y con un tiempo increíble por lo fenomenal de la temperatura -irrepetible para algunos- conseguimos coronarla.
 
Pero vayamos por partes que todo hay que contarlo y todo tiene que saberse.

Para que una cosa salga a bien hay que hacer los deberes correctamente desde el inicio. Qué mejor lugar y forma para citarse que en el Rincón de María de la Cala a las 8,00 h. ante unos churritos con café. Luego agrupados en dos vehículos dejamos Casabermeja a la izquierda, El Colmenar a la derecha para estacionar finalmente frente al campo de fútbol del Colegio Público -Ntra. Sra. de Monsalud- de Alfarnate con unos prometedores 9º.
 
Allí nos reunimos con el todo terreno de José Luís Claros que se unió a las andadas.

Como había muchas ganas de iniciar la marcha y sin más calentamiento y preámbulos a las 9,30 h. tomamos carril. Con salida tras el Centro de Salud con dirección a las antenas de radio que se encuentran en los montes aledaños de Alfarnate empezamos la ruta.

Para tomar contacto con la ascensión fuimos dejando sierra Gorda a nuestras espaldas y el puerto de los Alazores, lo que unido a un nítido cielo azul, difícil de identificar en una carta de colores, junto a la ausencia de nubes y viento, 9 senderistas 9, con la vista clavada en las antenas empezaban a tomar temperatura en sus músculos al mismo ritmo que el sol comenzaba a subir.

Pronto advertimos que el otoño con sus colores y luces se encontraba en su pleno apogeo. Sonidos de cencerros a lo lejos hizo lo demás. Todo muy bonito y todo muy fácil. Carril para arriba y rápido empezamos a identificar localidades como El Colmenar, Casabermeja, los famosos cortados del “Tajo Gómer”, “doña Ana” y de fondo el mar de Alborán. 

Dejamos un rebaño de cabras sin cabrero a nuestra izquierda y dado que estábamos en día de fiesta, pensamos que fueron las cabras las propias sorprendidas al tropezarse con esta bandada de caleños sin cencerros. 

La inercia de la marcha impuesta en ocasiones por Nati la rondeña y Reme la Antequerana, ¡vaya par de senderistas¡ hizo que nuevas referencias pasaran ante nosotros. Cima como el Santo Pítar, localidades como Comares, Torre del Mar, Vélez se colaron en un santiamén ante nosotros.
 
Tras una hora de recorrido dejamos el carril y nos adentrarnos en vereda. Cruzando la espesura de un pinar hicimos parada en busca del primer bocado. Antonio dio rienda a un inusual apetito matutino para 15 minutos después, cerramos temporalmente el estómago, no sin antes charlar distendidamente sobre temas tan banales como el pan de Guijarro, la Casa Real o los yogures de hoy día como Salvia, Danacor, Bífidus,... (obsérvese el dominio de algunos senderistas en esta materia) localizando minutos después una imponente era de altura que sirvió con idea de inmortalizar al grupo.

Con paso decidido y en paralelo a una tela metálica, pudimos observar al atravesar el bosque muchos troncos cortados que nunca fueron recogidos.

Con ganas de hollar el Vilo, a las 11,30 h. tuvimos debida recompensa al regalarnos el día de la Constitución una de las más bellas panorámicas que esta cima de 1.456 metros atesora.

Difícil o muy difícil describir lo que se podía ver en 360º a la redonda o al menos así lo entiende este humilde senderista metido a cronista. Por delante -sur-, el gran azul y de telón los montes de África con nubecillas. Por levante la imponte sierra Nevada, cargada con su nombre y haciendo honor a su blanco manto. Igualmente la Maroma con algunos minúsculos neveros. Fantástico el pantano de la Viñuela a nuestro pies ya que en ese momento el sol reflejaba en su lámina, haciendo confundir a la propia Reme sobre lo que era aquello. Esquinado el Boquete de Zafarraya. Más bajo Periana, Alcaucín, Canillas algo más lejos. Junto al mar Vélez y Torre del Mar. Girando la vista a la derecha la sierra de Mijas, la Concha de Marbella, el Torrecilla, … A la espalda -norte- el mítico puerto del Sol con sus curvas donde una “motillo” con dificultad ascendía el puerto bajo la atenta mirada y oído de todos, hasta que la perdimos de vista. Según Carlos Mesa, simplemente la “motillo gripó”.
 
Las fotos en el vértice geodésico de la cima fueron las estrellas del momento. Jose, Antonio y Salvador junto a un servidor, a modo turistas nipones, no dejamos de oprimir el obturador de las cámaras. Llamó la tención el buzón metálico allí ubicado en 1991 por un club alpino de Vizcaya.

Ciertamente no apetecía darse la vuelta. A nadie le hizo gracia la idea de regresar con lo bien que estábamos allí. Carlos Mesa mirando la nieve en camiseta ni se lo creía ¡estábamos en pleno mes de diciembre¡ Creo que fue Paco el que hizo el gesto de tomar la mochila y todos le seguimos.

La bajada resultó fácil hasta que Nati dio el culazo constitucional, golpeándose con el coxis en dura piedra. Según nos dijo se mareó y vio las estrellas o mejor dicho todo el sistema solar, el firmamento completo y vía láctea incluida. Para algunos aquel culazo-caída sencillamente fue algo parecido a la caída del imperio romano.

Como la cosa no estaba para bromas, nuestro particular druida Ruiz-Panoramix, sacó una especie de pócima-ungüento que debidamente aplicado en tan delicado lugar (suponemos que por Salvador) y tras un prudencial tiempo de recuperación, para alivio del grupo, con paso lento retomamos la bajada por el mismo camino que el de subida.

Uff,…, menos mal, pues un susto allí arriba -percance- nos hubiese costado un serio disgusto.

Los sufrimientos se acabaron cuando llegamos a Alfarnate sobre las 14,00 h. y a propuesta de Jose acudimos en peregrinación y sin rechistar al mesón la Villa con ánimo de degustar el exquisito jamón asado que tan reputada fama se le atribuye en toda la zona. El jamón hizo afición. O dicho de otra forma la afición quería jamón. Pero la cuestión es que a la vista y en el expositor vitrina del mostrador nadie quitaba ojo de una inmejorable morcilla que básicamente nos decía !!cómeme¡¡. Carlos Mesa y José Luís Claros, para no tentar la situación, fueron a la calle a fumarse un pitillo. Paco no lo dudó y atacó la morcilla con pan para satisfacción de todos. Aquel monumento gastronómico, seccionado convenientemente en rodajas con audacia por el propio Paco y bajo la atenta mirada del grupo fue el mejor antiinflamatorio que Nati pudo emplear. Ni que decir tiene que la rondeña recuperó de inmediato el color de cara zampando aquella pitanza.

La jornada acabó con Carlos Mesa haciendo la compra de la semana, pues a unas lentejas a 2,5 euros la bolsa, no paró hasta localizar una confitería abierta. El grupo arrambló con todos los roscos, magdalenas y bizcochos de la panificadora de calle la ermita 13. Con las bolsas colgando de las manos e introduciéndonos en los coches esta vez sin café (eso hay que arreglarlo para la siguiente ocasión) dimos por terminada esta fantástica ruta.

Crónica de Pablo Portillo