domingo, 23 de diciembre de 2012

CLASE de ARQUEOLOGÍA al AIRE LIBRE en “PIEDRAS de CABRERA” -CASABERMEJA- a CARGO de MANOLO PERDIGUERO (16-12-12).



Sin que sirva de precedente y por una vez los Trepacuestas programaron con tiempo y precisión una salida para el último domingo de otoño, con objeto de visitar una de las zonas más cercanas y a su vez más desconocidas de Málaga ciudad.

El día anterior el núcleo duro del grupo pasamos por restaurante Reyes de Moclinejo para dar cumplimiento a una cita anual ineludible. La presentación del Boletín Trepacuestas junto a la celebración del cumpleaños de José Manuel no era cosa que pudiese dejarse a la improvisación. El preámbulo vino con la obligada cata de caldos dulces en la bodega Muñoz Cabrera -lugar de peregrinación forzosa- para en capítulo único y sin preámbulos entrar de lleno en plaza España 7 de la localidad y saborear de la buena cocina.
 
Pero dejando aparte el homenaje gastronómico, a las 11 de la mañana dieciséis inquietos Trepacuestas nos dimos cita, como viene siendo habitual, frente al mesón de Rincón de María.

Con Manolo y Filu al frente y como perfectos anfitriones, el día festivo se convirtió en una magnífica jornada cultural con niños y mayores que al fin y a la postre resultó ser una espléndida salida por un montón de razones. Desde la puntualidad de los asistentes, la temperatura, la cercanía de la zona a visitar, el ambiente juvenil, el paisaje, etc., unido a la pasión que Manolo puso en toda su explicación, nos lleva a pensar sobre el altísimo componente vocacional que hay tras este pequeño gran maestro. Dicen que tras todo gran hombre hay una gran mujer. Filu o Felisa -así es como se llama- encarna bien a las claras esa comunión y compenetración que hace que pasar un día con ambos todo parezca sencillo. Podemos afirmar que el aburrimiento con este matrimonio es imposible.
 
Llegados a la zona el veterano profesor tomó el mando y al socaire de una oquedad o abrigo natural de piedra comenzó una clase magistral y todo un repaso de historia primitiva sobre lo que estábamos pisando en ese momento. Para ello no dudó en efectuar una interesantísima explicación sobre otros yacimientos cercanos como Arastipi a 6 km de Casabermeja, por debajo de Villanueva de Cauche.

Manolo nos dejó boquiabiertos por el dominio de la materia. Pronto todos nos vimos inmersos en pretéritas culturas milenarias. La época del cobre con piezas de sílex, enterramientos colectivos, canteras, el concepto de megalitismos, símbolos mágicos, etc. lo que unido a distintas civilizaciones y/o pobladores como fenicios, tartesos, griegos y romanos, es algo que con la agilidad expuesta por este erudito, hacían que los siglos pasasen ante nosotros con la velocidad con la que las nubes pasaban sobres nuestras cabezas en aquella deliciosa mañana de diciembre. Todo ello unido a las constantes referencias a sus trabajos profesionales de excavaciones de urgencia, catas, sondeos fueron conceptos que poco empezaron a calar en nuestra memoria.

Ante aquellos abrigos naturales mudos quedamos cuando nuestro anfitrión nombró a Francis Cárter y su lejano viaje de Gibraltar a Málaga así como de la cantidad de datos que ese explorador extranjero consiguió documentar sobre esta zona en la que ahora nos encontrábamos.
 
Finalmente y dirigiéndose a los más jóvenes Manolo sostuvo: “Queda mucho por excavar. La esperanza está en vosotros”.

Ni que decir tiene que pudimos observar una pintura rupestre de difícil catalogación, sujeta a mil interpretaciones y denominado el Peine por la semejanza que tiene con ese instrumento capilar. No muy distante identificamos otro fresco esta vez más oculto, de recóndita localización y que con imaginación pudiera asemejarse a una persona. Luego un verdadero ciempiés negro nos dejó a todos y como se suele decir “a cuadros”. Todo aquello fue jaleado por los pequeños en esa clase extraordinaria donde el maestro curiosamente no tuvo que mandar guardar silencio o mejor aun, nadie pidió hora para salir al recreo.

El trabajo de cantera era bien palpable ante nuestros ojos. Posibles firmas del picapedrero en roca fue otra de las cosas vistas y de difícil explicación. Probables enterramientos, todo ello perceptible a nuestros ojos, hizo las delicias y la aprobación del grupo.

En una de las cotas altas del yacimiento Manolo consiguió meternos a todo en su bolsillo cuando nos hablo de lo que él denominó “zona de energías” y que con la construcción de la nueva necrópolis judía, precisamente frente a Piedras de Cabrera nos dejó pensativos por momentos. Casualidad o coincidencia, en aquella mañana los Trepacuestas continuamos la ascensión mientras nuestro profesor nos dejaba por un rato.

El almuerzo tuvo la feliz recompensa de tener junto al grupo al padre Tejera SJ, circunstancia que fue la sorpresa agradable de la tarde. Manolo Perdiguero se había comprometido a recogerlo y vaya que cumplió con su palabra. Terminada la clase al aire libre, se ausentó por un rato y recogido a Tejera para subirlo a donde nos encontrábamos y de camino poder disfrutar de una de sus aficiones: el campo.

La comida fue otra clase pero en esta ocasión de historia viva, al poder oír todos de éste otro gran y veterano e ilustre maestro infinidad de anécdotas y vivencias por las que tuvo que pasar durante su niñez, salpicadas con constantes referencias a su padre periodista de profesión. La sobremesa derivó por un interesantísimo relato personal sobre como vivió él y su familia aquellos difíciles momentos en tiempos de Primo de Rivera, la república con la expulsión de la orden, la guerra civil y el franquismo. Esta otra e inesperada clase, también al aire libre, completó a la ofrecida horas antes por Manolo Perdiguero y que nos llevó a pensar que Tejera es persona que en Málaga no tiene enemigos. Su sonrisa y eterna predisposición a los demás le descubre como sacerdote coherente y comprometido y que a sus ochenta y largo años puede estar más que satisfecho de su legado espiritual.

La chiquillería y los mayores no dudamos en inmortalizarnos junto a él, admitiendo que durante muchos años será un referente en El Palo.

Cogido a mi brazo bajamos la verde ladera finalizando la jornada.

Crónica de Pablo Portillo.