En
la festividad de San Mauro, el domingo 15 de enero, decidimos celebrarlo con
una ruta y así comprobar si el pantano tiene poca o mucha agua con respecto al
año pasado, ya que por estas fechas también lo visitamos.
A
las 08:56 horas y con unos agradables 12 grados centígrados estábamos subidos
en el automóvil los trepacuestas Celes, Nati, José, Pablo y Salvador con
destino a un paraje axárquico de gran belleza.
A
las 9:30 horas aparcamos el automóvil al lado del Hotel y el termómetro marcaba
6º C, temperatura fresquita pero con un cielo completamente despejado y de un
brillante color azul.
Todos
bien pertrechados con gorros, bufandas, pañuelos, sudaderas y nuestro compañero
Pablo con su abrigo de invierno de campo que nos comentó que hacía mucho tiempo
que no lo utilizaba.
Ha
llegado el invierno con su frío, dicen que esta ola viene de Siberia, muy lejos
me parece que queda ese lugar para que nos invadan de esa forma y así tengamos
que decidirnos si tirarnos al monte o a la playa.
Rápidamente
y sin ejercicios de calentamientos ni estiramientos nos dispusimos a realizar la ruta por el carril
terrizo que rodea el embalse, por la derecha entre pinos, algunos eucaliptos y
cipreses y por la izquierda con el color verde oliva del pantano.
Con
frío y viento en las zonas de umbría estaba la mañana azotándonos el cuerpo y
en los tramos de la ruta donde no hacía viento el sol nos acariciaba
suavemente. La Maroma, El Boquete de Zafarraya, El Pico Vilo, Comares, La Torre
Atalaya de los Romanes nos contemplaban desde la altura.
En
el llamado túnel de Poca Paja comprobamos que al pantano le entraba agua de los
ríos y arroyos de la zona de La Maroma, el año pasado no entraba agua al
pantano en enero.
Pasamos
por la zona de Las Mayoralas nos encontramos varios ciclistas de campo, una
pareja de caminantes guiris y un corredor de campo a través (cross), algunos
pensamos que guiri y otros que era nacional.
Observamos
que el río de Guaro también aportaba agua al embalse el año pasado lo vadeamos
sin dificultad.
Nos
dirigimos al área recreativa de Periana donde había varias caravanas y
automóviles, el personal estaba alrededor de las barbacoas sin más preocupación
que descansar y disfrutar con la familia y amigos en el campo.
A
las 12:00 horas estábamos entre los tonos verdes y grises de uno de los objetos
de nuestra ruta, visitar algunos de los olivos denominados milenarios. Inquietante
para los sentidos y el espíritu contemplar seres vivos como los algarrobos y
olivos con muchísimos años de existencia en la tierra.
El
olivo era un árbol sagrado, símbolo de paz y victoria y los pueblos le
rindieron veneración. La variedad de los olivos de la zona de Periana son la
denominada verdial, muy buenas las aceitunas para transformarla en aceite o
para degustarla tranquilamente en plato.
Descanso,
fotografías y abrazos a los árboles para que nos transmitan su serenidad y
energía positiva y a desandar el camino.
Nuestro
compañero Pablo nos acompañó hasta Las Mayoralas, allí decidió tirar para
Periana. ¿Será que estaba cansando y cogió algún transporte para no andar?.
El
resto de los trepacuestas continuamos por el camino terrizo. Nos encontramos
varias personas rebuscando entre las esparragueras, con poco éxito cuando los
vimos pues no llevaban espárragos ni para una tortilla.
Un
gran rebaño de ovejas cerca del agua del pantano nos hizo añorar la descansada
vida del que huye del mundanal ruido, en un ambiente totalmente bucólico.
A
las 14:00 horas estábamos felices por haber finalizado la ruta y nos dirigimos
a recoger a Pablo en la primera rotonda de entrada en el pueblo de Periana. Creemos
que el embalse tiene más agua actualmente que en enero del 2016.
Decidimos acercarnos al Puente de Don Manuel
para almorzar y decidimos entrar en “Mis tapitas”, lugar tranquilo con varios
guiris tomando cerveza con sol. Nosotros decidimos tomar callos, albóndigas,
ensaladilla, aceitunas, solomillo al bili, acompañado con vino dulce de la zona
y cervezas
con un postre de tarta de queso que nos recomendó el camarero.
En
el restaurante escuché la palabra tragaldabas a José, no la había escuchado con
anterioridad y creía que era un localismo paleño, pues no,
según la Real Academia de la Lengua significa persona muy tragona.
A
la salida del restaurante, nos acordamos que llevábamos la bandera Trepacuesta.
Un verdadero desastre para todo el grupo, tal olvido no tiene perdón. En lugar
de fotografiarnos con nuestra bandera con los olivos milenarios nos la tuvimos
que hacer en una calle del Puente de Don
Manuel.
A
las 5 de la tarde y con unos veraniegos 18 grados centígrados estábamos de
vuelta en La Cala del Moral satisfechos de la excursión y de haber realizado algo
distinto el día de San Mauro.
Salvador Nieto López.