martes, 1 de marzo de 2011

EL HACHO de ÁLORA (27-02-11)

A propuesta de José Manuel decidimos el domingo 27 de febrero conocer el Hacho de Álora. Ciertamente el desafío presentado no tuvo el menor de los reparos y esta vez un pequeño pero selecto grupo de cuatro adultos y cuatro menores partimos de La Cala en nuestros propios vehículos en busca del objetivo.

Como ya conozco varios montes Hachos en la geografía española, el famoso de Ceuta y el de Estepa, y con la lógica duda orbitando sobre mi cabeza decidí enterarme bien y buscar el verdadero significado de la palabra Hacho. Para mi sorpresa, tiene varias acepciones, el diccionario de la RAE señala: Sitio elevado cerca de la costa, desde donde se descubre bien el mar y en el cual solían hacerse señales con fuego.
 
La mañana pintaba bien y con excelente temperatura, todo ello pese a encontrarnos aun en invierno. Con el menú clásico Trepacuestas a nuestras espaldas (bocadillo de tortilla, aceitunas, patatas fritas, fruta, agua y lata de cerveza para los mayores), aparcamos en la venta Fuente de la Higuera a la salida de Álora, dirección al Chorro.

A las 11,00 horas ya afrontamos la realidad de la subida. Para ello no olvidamos dejar inmortalizado el momento haciéndonos la preceptiva foto de familia en el cartel de inicio -ruta ornitológica para más señas-.


La ascensión al Hacho con sus interesantes 550 metros de altitud hizo que dejásemos a la izquierda la masa rocosa con su masa forestal. A la derecha la vista del Huma y el Chorro con toda el Valle del Guadalhorce y los viaductos del AVE. También dejamos muy cerca, a tiro de piedra, el monasterio de Ntra. Sra. de las Flores.

Pronto el grupo empezó a tomar posiciones. José Manuel y un servidor tirando de la cabeza, en medio los niños hablando de lo fantástico que es disfrutar de una semana completa en blanco y sin más deberes a la vista que el coronar el Hacho y finalmente las féminas charlando de sus cosas. De esta manera, casi sin darnos cuenta afrontamos la primera parte del recorrido en un paisaje ciertamente bonito con un verde que cubría todo a la vista.

El viento empezó a hacer de la suyas. A poniente las nubes comenzaban a cubrir El Chorro y todos pensamos que el bonito día podía torcerse a peor. Descartada la lluvia en la visita efectuada la noche anterior a la web de José Antonio Maldonado, aquello nos hizo ir ligeros de equipaje, como diría el poeta y que cierto es que en las paradas de reagrupamiento se echaba en falta el necesario abrigo.

Así las cosas vimos a la derecha de la ruta y en la cresta de la montaña próxima los molinos de viento (ventiladores en el argot local) que en número de ocho más algunos más al fondo daban una apariencia inversa a la planicie manchega. Con filosofía quijotesca proseguimos el carril terrizo con la vista clavada en la nieve que aun se podía divisar en la sierra de las Nieves -estribaciones del Torrecilla- y animados por el canturreo de los pajarillo, (de ahí lo de ornitológica) atravesamos una zona de olivares injertados.

Por un momento el trino de los pajarillos fue sustituyéndose por un ruido de motor que a medida que avanzábamos era más potente. Un tractor rojo (que pena que no fuese amarillo, ello hubiese ido de perlas a la crónica) a temprana hora se dedicaba a labrar los olivares de la parte alta del Hacho.

Sobre las 12,15 horas llegamos a un hermoso Mirador, donde además de tener excelentes vistas a la localidad de Álora y Pizarra los niños aprovecharon para dar nombre -para más señas Antonia- a una burra que allí se encontraba amarrada. Ni que decir tiene que la gente joven prestó más atención al equino que a nuestras explicaciones sobre lo que era aquello y lo de más allá.
 
Con las protestas del componente infantil continuamos la marcha dirección a la torre de repetición que a lo lejos ya divisábamos.

Reanudada la marcha pudimos advertir igualmente el gran trabajo de repoblación que se está efectuando en la zona.  Según hemos podido saber los trabajos forestales en El Hacho comenzaron en el mes de noviembre pasado y está prevista su conclusión para el próximo mes de mayo. En concreto se han plantado 16.680 unidades de pino carrasco, 9.630 de encina y 7.632 unidades de acebuche, protegidas con la correspondiente protector individual -malla plástica- al objeto de evitar los indeseables desperfectos ocasionados por los rebaños de cabras.

Durante la jornada poco público. Escasos senderistas y un par de corredores preparando alguna carrera de fondo, no en vano recordar que de Álora es Juan Vázquez (doble campeón del mundo de maratón, categoría veterano).

A las 12,45 horas alcanzamos el repetidor que no es más que una impresionante antena metálica de unos 40 metros de altura y que con el batir del viento sobre la estructura dejaba oír un característico zumbido. Un poco más abajo y tras 20 minutos de andar está la Cruz del Hacho que igualmente metálica y de unos 5 metros de altura corona de forma majestuosa aquella arista montañosa.

Pero estimado lector, quien ahora narra la escena no olvida contar que este cronista sufre de vértigo y no siendo amigo de las alturas y sin protección, valla o barrera alguna, pidió salir pronto del lugar por la impresión de tener que ver a los niños deambular por aquellos desafiantes despeñaderos siguiendo los lances de un partido de fútbol que allá abajo, en el campo municipal de Álora, disputaban dos desconocidos equipos.

Y así fue. Quien ahora les cuenta consiguió levantar al grupo rápido del lugar, no obstante hubo que ceder al bocadillo de los pequeños que así lo pidieron.

Dejada la zona y previa foto en el vértice geodésico del lugar, este humilde cronista mejoró su estado de ánimo, incluso de humor y cesado el peligro hubo necesidad de buscar zona de avituallamiento y recuperar completamente el estado previo de Quijote que durante el recorrido vino haciendo gala. Logrado el objetivo nos la prometíamos muy felices con el almuerzo y así lo hicimos. Rápido llenamos la panza al modo sanchopancesco ya que las nubes lo cubrieron todo y del fresco se pasó a un fresquito incómodo. La sensación térmica y la bajada de algunos grados de temperatura era más que evidente. El viento nos jugó una mala pasada y pronto hubo necesidad de seguir la ruta y descender. Una vez perdida altitud la situación térmica mejoró.

Siguiendo los consejos de José Manuel, cogimos una vereda muy acertada. Los niños tomaron la iniciativa y nos dejaron atrás. Aquello nos ayudó a prestar especial atención a una sugerente roca que con una evidente connotación fálica fue objeto de muchos comentarios y sonrisas por parte de nuestras mujeres, que no pararon hasta conseguir inmortalizarse con semejante y erecta formación geológica de pronunciado tamaño.
 
De esta inesperada manera estábamos completando una nueva ruta de los Trepacuestas, esta vez circular. Acercándonos a las estribaciones de Álora sobre las 15,30 horas, para luego buscar por las calles de la localidad, bordeando esta vez el Hacho y su colegio de primaria, el campo de fútbol Santa Ana, a ras de vista y llegar al final de ruta a las 16,00 horas, dando por concluida la jornada cuando alcanzamos al punto de partida en Fuente de la Higuera.

Ni que decir tiene que esta vez, el preceptivo café de la tarde lo pudimos degustar en la venta Los Caballos de Álora, viejo y entrañable lugar de reunión para los Trepacuestas, donde comprar pan es de obligado mandamiento.

Crónica de Pablo Portillo.

Así digo lo que siento
sin hacer publicidad
que en Panadería Los Caballos
se come con garantía el mejor pan

(Antonio Martín Conejo)
extraído de la bolsa de plástico de la panadería