
Pero como todas las empresas éstas tienen su inicio y su final o lo que algunos se atreven en definir como su alfa y su omega. A modo de prólogo excuso decir que una vez más no pude resistirme a mi acostumbrado encuentro matutino y es que el Rincón de María en La Cala se convierte a temprana hora en una especie de oratorio gastronómico ya que a los que allí acudimos ponemos a tono el músculo estomacal mediante una ración corta de churros y el correspondiente café.
Como el que ha hecho la ruta alguna que otra vez y con la experiencia acumulada de otras salidas, una vez más recogimos a distinto personal por el camino (cruce del Agujero, Venta La Dehesa pasado la Yedra y en la gasolinera Shell de Antequera).
Ni que decir que el trayecto por carretera sirvió para dar inicio a una más que fluida conversación entre dos bandos. De un lado A. Sánchez y por el otro el componente femenino del grupo, saliendo a relucir aspectos tan dispares como el caso Malaya, la Pantoja o el presupuesto municipal de Rincón. Así las cosas entre tontería y tontería a la altura de Casabermeja el sol comenzó a iluminar los montes, observando con sorpresa como unas nubes tapaban el pico Las Cabras y parte de la sierra del Co.


Sin tiempo que perder recorrimos de forma veloz un carril recto, dejando atrás las estribaciones de Mollina que bajo el sonido de las escopeta de caza discurrió buena parte de aquel hermoso día de marcha.
La casualidad hizo que por medio de Mª del Carmen (Chata) senderista que personalmente no conocía y como buena jienense que es, aprendimos que los olivares que atravesábamos eran básicamente de 3 y 4 patas y para desconocimiento de este humilde urbanita comprobé que efectivamente los troncos de esos olivos tenían ese número de tocones. Gracias Mª del Carmen por la lección.

Con el hijo puta en la cabeza el carril dio un giro a la derecha y anduvimos por un pinar joven acompañados de un agradable grado de humedad que hacía más fácil el caminar.
A las 10,30 horas y según Julio vino la parada de la “comida” que sirvió para tomar el bocadillo de la mañana. Los churreros del día, en el que me encontraba, aun teníamos dentro la masa frita de ese famoso apéndice español por excelencia que en forma de rueda se prepara en aceite hirviendo. Esa pesadez de estómago nos hizo renunciar a tomar bocado. Es allí donde echamos en falta la morcilla de Manolo Ramírez o el sabroso comentario de Salvador Nieto, el rondeño. Y que cierto es que la comida une a las personas. Que se lo digan a Isis que sacó de no sé donde la famosa bota viajera y ofreciéndosela al grupo dio ese toque tan español a aquel descanso en la ruta.
Aquella caverna fue una especie de Viaje al Centro de la Tierra y es que por unos momentos nos convertimos en personajes de Julio Verne formado parte de aquella sensacional novela que todos hemos disfrutado de pequeños.
Con la admiración de poder constatar un cambio de paisaje tan verde y húmedo tras atravesar minutos antes tierras de viñas, olivos, almendros y pinos, sospecho que los internacionales del grupo, Rover y Carol (irlandés y británica respectivamente) estarán más que acostumbrados a ese tipo de paisaje frondoso del Corralón.
Pero como el terruño andaluz y antequerano secano era el objetivo del día, por Julio tuvimos conocimiento que la zona estaba plagada de simas y oquedades habiéndose contado por los espeleólogos unas 50 en esa sierra (del Soldado con 475 m. de longitud es una de las más importantes) incluso con pinturas rupestres del neolítico. En cuanto a la flora de la zona se han identificado por parte de los botánicos hasta 15 especies distintas de orquídeas silvestres. Respecto a la fauna son habituales garduñas (gatos salvajes) y algún que otro buho.
A las afueras del Correlón la vista daba para alcanzar tierras de bandoleros como Alameda y algo más a lo lejos localidades como El Tejar y Benamejí en Córdoba.
Asombrados por las explicaciones del guía reanudamos la marcha en busca de la cueva del Órgano. La suerte o la buena vista de Antonio Sánchez hizo que localizase en el suelo y de forma increíble una peseta de Franco bastante deteriorada. Quizás amigo Antonio sea este hallazgo una llamada de aviso. Quien sabe la lectura que pueda tener en el futuro esta pequeña gran fortuna. Tiempo al tiempo amigo Sánchez y sobre todo no te desprendas de ella.

Dando la una de la tarde llegamos a la otra cueva que con un almencino en su interior nos dio la bienvenida. No todos se aventuraron a penetrar a la gruta del Órgano. Los hubo valientes como José Manuel, Isis y otros que bajaron a su interior. Pero también los hubo menos valiente o reflexivos que arriba se quedaron preguntando por lo que había allí abajo.
Como unos cervezo adictos en busca de su dosis, esta vez y a bordo del autobús paramos en Mollina en el Bar Pablo para saciar y calmar la sed que se dibujaba en nuestras gargantas.

Crónica de Pablo Portillo.