RUTA SUR
El
mes de mayo es el mes por excelencia de la primavera. Estalla el colorido de la
naturaleza y el ser humano lo aprovecha para decir adiós al frío y para
realizar ferias y romerías. Fiestas religiosas y paganas. Así que este año los
Trepacuestas y amistades han realizado dos peregrinaciones a La Maroma en el
mes de mayo, una en la fiesta del trabajo y otra en la fiesta de Pentecostés.
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El
grupo que más madrugó fue el de Canillas de Aceituno y quedamos a las 05:45
horas para salir de La Cala del Moral y a las 6:30 horas estábamos aparcando el
automóvil.

La
ruta comenzó junto a una estatua del cantaor Antonio de Canillas y una fuente
de tres caños con su música celestial.
El
pueblo tiene calles estrechas y empinadas por lo que la ruta desde un principio
comenzó a ser exigente. Continua la vereda entre pinos y por el camino sobresaltamos
o nos sobresaltó un hermoso sapo. Nuestro guía Pablo nos animó y tranquilizó con
el comentario: ¡La ruta no tiene pérdida, siempre para arriba!
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Hasta
ese momento todo el tiempo había estado con la barbilla pegada al pecho, pero
en un momento de descuido miré para arriba y vi una inmensa mole gris, tuve que
levantar la cabeza más y más y cuando la barbilla se puso a la altura de la
frente es cuando divise la cumbre. Me intimidó esa visión y de mis labios
salieron un leve silbido y un pequeño murmullo ¡vaya lo que me espera!. José me
lo había advertido la noche anterior: ¡Eso es un mataero!
La
temperatura había cambiado de una agradable temperatura a frío y con rachas de
viento en alguna zona muy desagradable.
Continuamos
subiendo y desde un montículo Pablo nos preparó y señalo con su dedo: ¡Ahí está
los famosos zigzag! Así que con paso decidido, pero lento, controlando la
respiración, tomándoselo con mucha calma fueron superados cada tramo. Sobre
todo sin mirar para arriba y para recargar los
pulmones se recomienda mirar
para abajo, contemplar el maravilloso blanco de los pueblos de la Axarquía, el
verde-azulado del pantano de la Viñuela, el azul del Mediterráneo y a lo lejos
Málaga entre la bruma.
Alcanzamos
el lugar denominado “Proa del barco” con otra vista panorámica impresionante.
En este lugar de dirección oeste cambiamos a este, realizando otro descanso
para prepararnos al asalto final a la cumbre.
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Seguimos
subiendo y de pronto a pocos metros divisamos el vértice geodésico de La Maroma
que nos decía que estábamos en la cima, habíamos superados el desnivel de
aproximadamente 1.500 metros, en 10 kilómetros y eran las 10:15 horas.
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A
la hora del Angelus empezamos la bajada hacía El Robledal y a unos 500 metros
de la cumbre y con una vista espectacular de la Axarquía, el trepacuesta José
que estaba feliz, entró en un estado mágico y abriendo sus brazos y manos
empezó una serie de cantos enérgicos dirigidos a todos los fenómenos de la
naturaleza, a la amistad, al viento y entrando en éxtasis cantó de forma
magistral una malagueña maromera titulada ¡Hay que me tiro al suelo!. Hacía
tiempo que no escuchaba unos cantos tan sentidos. El duende del cante se había
apoderado de José y sus saetas malagueñas maromeras llegaron a un grado de
esplendor que no creo que a los presentes se nos vaya a borrar de la memoria
fácilmente.
Para
volver a ponerlo en servicio normal se utilizaron pomadas, parches, píldoras
mágicas, incluso material psicológico “bromas hirientes y punzantes”. No se
recuperaba de su estado de contracción mística, así que se pasó a una nueva
fase, la manipulación de sus piernas y en ese punto fue decisiva la actuación
de unos señores que después de intercambiar unas palabras con José se unieron
al grupo cogiéndolo cada uno por una pierna y subiéndolas y bajándolas. Agradecemos
a dichos fisioterapeutas y al grupo senderista granadino “Los jákimas” la ayuda
prestada para volver en sí al protagonista de la jornada.
Admirando
la naturaleza, desde ese maravilloso escenario-balcón de la Axarquía elegido
por José para presentarnos su próximo espectáculo que estrenará en el Teatro
Cervantes próximamente y que será impactante y rompedor de moldes clásicos en
el mundo de la flamencología. En esos momentos pensé, que para la promoción del
espectáculo vendría de maravilla el bajarlo desde La Maroma en un magnífico burro
de los muchos que transitaban estos caminos no hace mucho con los
característicos cánticos de los mismos ¡Aaaahrrr, aaaaaahjjjj, aaaaaaaaaaajjjjjjjjj……..!
¡Qué alegría más grande nos hubiera dado esa visión!
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Sin
descanso pasamos por “El salto del caballo” y continuamos despacito y ya
contemplando el paisaje de la zona norte de La Maroma con sierra Nevada con su
color blanco característicos del invierno. Un pequeño descanso, con bocadillos
recuperadores incluidos y antes de enfriarnos nuevamente al sendero.
La
alegría del personal se desbordó al llegar al carril. En ese punto vimos rosas
silvestres que nos relajaron y la marcha se animó con cánticos a La Maroma y a la
maravilla de la naturaleza y sobre todo alabanzas y parabienes a José.
La
despedida del grupo fue tomando café en el bar-restaurante “Aquí te quiero ver”,
al lado del boquete de Zafarraya.
Felicitaciones
a María, José Carlos y Manuel por la subida a La Maroma y agradecer su
agradable compañía, espero que nos acompañen en otras rutas.
Escuchando
el canto de los pájaros y de burros de campo, los cohetes de la romería de la
Virgen de la Cabeza y las campanas de la iglesia de los Descalzos, en Ronda a
las 08:00 horas del domingo 26 de mayo.
Crónica de Salvador Nieto
RUTA NORTE

A las 8,30
ya estábamos enfilando el sendero hacia la cima una vez más, la subida fue
tranquila, sin prisas pero sin pausas, disfrutando de la mañana que aunque
estaba fresca era agradable, decir que tanto María como José Carlos demostraron
un estado de forma increíble, era la primera subida a la Maroma de ambos y una
de sus primeras rutas senderistas, ciertamente una buena ruta para estrenarse
en esto de la montaña.
Sobre las
10,30 caminábamos impresionados por las vistas desde el tajo voladero, antes de
enfilar el último tramo antes de la cima llamé a Pablo y me confirmó que
estaban en la cima desde hacía un buen rato, sobre 45 minutos después María era
la primera del grupo norte que tocaba el monolito de la cima y se produjo el
encuentro, besitos, abrazos, saludos y brindis con vinito y anisette francés.
También
quiero agradecer a aquellas personas que pasaron e hicieron también lo que
estuvo en su mano por ayudar, como ya ha contado mi antecesor cronista, en
especial a Jesús que me llamó al día siguiente interesándose por mi estado y
evolución.
Sé que
aquella situación no era lógica por lo que he iniciado un reconocimiento médico
para que los galenos determinen el
porqué de aquella dolencia.
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Cierto es
que mis ayes de dolor podían parecer saetas, soleares o siguirillas y ya veo
que Salvador me anima a esto del flamenco y el cante jondo, de hecho y haciendo
caso a su recomendación busco nombre artístico y barajo varios por lo cual pido
consejo.
Pepe " el calambraso", el niño del calambre, o "calambraso de
La Cala", ya me diréis cual os parece mejor.
A pesar de todo, ni dolores ni calambres, impidieron
que fuera un gran día de senderismo y de una nueva subida a La Maroma, siempre
santuario. De lo malo y de lo peor ya hemos hablado, de lo bueno y lo mejor la
compañía, mis compañeros de ruta, una vez más, gracias, volveré.
Acabo la crónica norte con mi primera letra de
flamenco:
"¡Ay, Ay , Ayyyy!!!!
calambraso
ma pegao
de la
rodilla parriba
de la
rodilla pabao"
Crónica de José