En razón de ello el sábado noche
en La Havana (bar caleño donde los
haya) el núcleo duro planificó la marcha del día después, no sin antes
constatar la desvandá del sector joven
y emergente que alegando dudosas razones de estudios, mayor régimen de independencia,
junto a otras sorprendentes y curiosas exigencias del todo inasumibles, desentenderse
por completo de lo que durante años fue su “obligatoria” ocupación de ocio dominguero
con sus progenitores.
Así las cosas y convenientemente
uniformados (reconozco que me costó trabajo localizar la indumentaria reglamentaria)
nos citamos como de costumbre y sin más problemas.
Junto a la foto oficial donde
aparecen los Ruiz, Nieto Rosales y Portillo con sus respectivas, a las 10,50 h atacamos
la hasta entonces desconocida ascensión a Jabalcuza.
A las primeras de cambio nos
cruzamos con distintos corredores alpinos que en bajada y con más fondo que una
subvención otorgada a una Empresa Pública, nos dieron un ejemplo de fortaleza en
rodillas y tobillos, no teniendo el grupo más remedio que reconocer que el
escalón atravesado del medio siglo es algo que nos distingue y diferencia con aquellos
maratonianos.
El camino fue una delicia visual
por cuanto que era una oportunidad para olvidarnos por un rato de
nuestro
querido y a su vez gastado Paseo Marítimo. Con más interrupciones de las
esperadas, la caminata discurrió siempre en fila india que aderezado de pinos,
arbustos y plantas de todo tipo, junto a un grupo de cabras monteses y unido también
al alto nivel de umbría y verdor del paisaje nos dejó impregnados de una
agradable sensación montañera que es lo que al fin y a la postre buscábamos en aquella
mañana.
Es de destacar que Nati estrenó
botas y Conchi no tuvo suerte con la búsqueda de espárragos. A la hora del
Ángelus, Paqui y Celes perdieron contacto momentáneo con el grupo de cabeza,
para finalmente seguir a su ritmo hasta llegar al cruce.
Una vez el grueso de los Trepacuestas se plantaron en la bifurcación
y al descubierto de vegetación giramos hacia la cima que fue por Rosales coronado
a las 12,45 h, no sin antes advertir al paso de la sima Canuto lo canutas que probablemente
debían estar pasándolo Paqui y Celes en su lento peregrinar.
Con buen tiempo, algo de brisa y
nubes a la distancia oteamos el horizonte, disfrutando de las espléndidas
vistas del lugar, canteras cercanas, valle del Guadalhorce, doble pista del
aeropuerto, bahía, montañas y como telón de fondo y para cerrar el espectáculo el
mar de Alborán.

Debidamente reagrupados es por lo
que algunos buscábamos tiempo para reconciliarnos
con nuestro IMC personal, consiguiéndose a tal fin acomodo en un sotobosque cercano
para hincar el diente a unos suculentos bocadillos caseros de los que ciertamente
todos dimos buena cuenta mientras oíamos a José Manuel hablar de su escaso
consumo de agua diaria y por contra evidenciar la alta ingesta cervecera que siempre
le acompaña y de la que todos nos pareció normal y saludable semejante hábito.
Pablo Portillo.