Acompañados por la lluvia, que nos condujo, por la carretera de Ronda, hasta la localidad de Arriate. Pequeño, pero coqueto pueblo de la serranía de Ronda, con una gran afición al fútbol, y concretamente al equipo del Betis.
Una vez instalados en la casa, encendida la chimenea, dio calidez a una fría y desangelada casa, dando paso a la primera comilona del largo fin de semana.
Al día siguiente, sábado, los mas madrugadores, salieron a recorrer los alrededores y comprobaron las magnificas vistas y fincas del lugar. No contento con el paseo, Paqui, Pablo, Celes y José continuaron la marcha hasta Arriate, donde descubrieron que los Chinos, también se habían instalado allí.
Por la tarde, nos visitaron Nati y Salvador, que se hicieron acompañar de lo más típico de su natal Ronda, los chorizos, adquiridos en el famoso Pacón de la calle la Bola y las Yemas de Ronda, que cayeron una a una, sin tregua, por los niños, en la tarde. Los chorizos se hicieron esperar a la cena, pero ni uno quedó.
Cumpliendo la promesa hecha al cura de la Cala, fuimos a visitar a su amigo, Antonio, el cura de Arriate, quien al advertir rostros nuevos y jóvenes en su parroquia, se puso muy contento, pues la edad media de sus feligreses es superior a los de la cala. Le comentamos la excursión a la Cueva de las Piletas y nos dijo que preguntásemos por la CHARI, conocida suya y guía local.

El domingo por la mañana, otro día de lluvia a ratos, ya sin la compañía de Antonio que nos abandonó para estar en el 1º de Mayo del Rincón. Dispuestos los niños en el coche con Pablo y el resto con Jose en el suyo, pusimos rumbo a Benaoján, en cuyo término municipal se encuentra La Cueva de la Pileta, que tantas sorpresas esconde en su interior. Me cautivó de tal manera que prometo volver otra vez con Antonio.


Ya de vuelta a la Cueva, pudimos disfrutar de unas excelentes vistas a la Hoya del Harillo, donde pudimos divisar una gran variedad de flora y observar en el entorno de rocas grisáceas, hendiduras donde florece la vegetación. Tras la entrada, de pequeñas dimensiones, pasamos a la Sala de las Lámparas o también llamada Sala de los Murciélagos, donde el guía reparte candiles de petróleo y aparecieron como por arte de magia, miles de murciélagos, que llamaron al instante nuestra intención y afloraron nuestros más ocultos miedos. Angel y Jose, antorcha en mano, comenzaron la expedición al Centro de la Tierra. Las Salas se fueron sucediendo, una tras otras, todas emocionantes, escondiendo y enseñando a la vez sus tesoros. La Sala del Castillo de cuentos de Hadas, labrados en la piedra, que me recordaron las viejas batallas, que se produjeron en estas ancestrales tierras. Después, en la penumbra de la oscuridad profunda, apareció ante nuestros ojos, la Sala de los Lagos. La luz sutilmente reflejada en sus aguas, evocó la profundidad del pensamiento humano. Unos angostos y resbaladizos pasadizos, motivado por las filtraciones de agua, nos llevaron a la Sala de la Reina Mora, para a continuación llevarnos la última sorpresa que esconde la cueva, la denominada Sala del Pez, que como su nombre indica, está coronado por el dibujo monumental, sorprendente de un PEZ enorme.

De vuelta a la casa, me seguía preguntando todavía muchas cosas. Aún hoy lo sigo haciendo.

Después del descenso a las grutas del pasado y hambrientos como aquellos hombres del paleolítico, regresamos con los estómagos maullando y mugiendo a satisfacer nuestras necesidades hambrunas. Un pequeño asueto tras el almuerzo y una salida más por los alrededores: el olor a hierba mojada, pajarillos que cantan, el ruido del agua cuando acaricia las piedras y majestuosos árboles a lo largo del camino, invitan al relax y al olvido de problemas cotidianos. En definitiva, nos engulle un estado de paz y felicidad.
El lunes, camino a Ronda, ciudad de ensueño, la lluvia no empañó la belleza de la vetusta ciudad, más si cabe aún, le confirió un halo de belleza y misterio. El color de sus verdes valles, la piedra grisácea de su tajo, aderezada por el musgo que crece en él. Sus sinuosas y laberínticas calles le dan aspecto de novela de misterio, donde el viajero quedará atrapado en su túnel del tiempo.
Salvador y Natí hicieron de improvisados cicerones por su ciudad natal. Lugar de su niñez y adolescencia. Sus palabras eran el recuerdo de sus vivencias y nos trasladaron por su propia historia, que es la de la ciudad. Sus calles empedradas, las dificultades vividas, que suben tortuosas por el desfiladero. Nos contaron vivencias, nos enseñaron lugares de ensueños. Nos adentramos en el casco histórico de la ciudad, a través de la carrera de Espinel, popularmente conocido como calle La bola, porque un año de mucha nieve, los niños hicieron una gran bola, que al descender por la empinada calle, crecía y crecía hasta llegar a la plaza de Toros.
Después, todavía más sorpresas, el Ayuntamiento, antiguo acuartelamiento militar, la Iglesia de Santa María La Mayor, construida sobre una antigua mezquita árabe por los Reyes Católicos.
Y continuaron las sorpresas, la plaza de toros, arte del rejoneo y cuna de grandes toreros, de ilustres apellidos, donde Pablo, en pose torera, se fotografió. El Puente Nuevo, que cambió para siempre la fisonomía de la ciudad de Ronda, y de regreso por los jardines de la Alameda, se vislumbraba la Ronda actual, reflejo orgulloso de su pasado milenario.
Todo el viaje fue un regalo para los sentidos, una vuelta a lo sencillo, a lo bello, a la amistad y a lo cercano. Disfrute sin pausa y pausa para disfrutar.
Crónica de Brígida.
3 comentarios:
Estupenda crónica Brígida y me alegro de que os gustará ese bello rincón de la provincia de Málaga llamado el Llano de la Cruz con sus huertas y con la frondosa vegetación de su río, verdaderamente un lugar encantador.
Leyendo sobre Ronda por si Brígida me preguntaba, pero que no lo ha necesitado, he encontrado como curiosidad que, donde se encuentra actualmente el Arco de Felipe V, existió una puerta musulmana de entrada a la ciudad que se denominaba “Puerta de la Axarquía”. Os recuerdo que el Arco de Felipe V está en la fotografía en la que todos estamos muy guapos y guapas menos José que fue el fotógrafo, también bajo el arco se ve la Iglesia de Nuestro Padre Jesús ¡ magnífica fotografía José ¡.
Visiten y disfruten la sierra.
Salvador
Tras disfrutar de la Sinfonía de Sensaciones a cargo de Brígida, desde mi asiento no tengo por menos que aplaudir y pedir a la autora que salga de entre bambalinas y nos regale nueva crónica. Plas, plas, plas…
Este delicado elixir en prosa que acabo de leer y que entra por los ojos describe a la perfección tres días de descanso y que incluso tiene la virtud de funcionar a modo de un potente calmante que llegar a olvidar hasta un dolor de muelas.
Enhorabuena amiga “Brigi”, prodígate más ya que desde hoy tienes tu primer fan.
Pablo Portillo.
El estreno de Brígida como crónista Trepacuesta, se hizo de rogar pero llegó, y entró por la puerta grande.
Enhorabuena y gracias por tan agil, extensa y bonita crónica, fiel reflejo de lo acontecido.
La verdad es que fue un agradable fin de semana porque aunque nos falló la meteorología yo disfruté de otras muchas cosas, algunas como vuestra compañía.
Un saludo.
Jose.
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