RUTA SUR
El
mes de mayo es el mes por excelencia de la primavera. Estalla el colorido de la
naturaleza y el ser humano lo aprovecha para decir adiós al frío y para
realizar ferias y romerías. Fiestas religiosas y paganas. Así que este año los
Trepacuestas y amistades han realizado dos peregrinaciones a La Maroma en el
mes de mayo, una en la fiesta del trabajo y otra en la fiesta de Pentecostés.
El
programa del domingo de Pentecostés era que el grupo formado por José, María y
José Carlos subieran por la cara norte desde El Robledal y el grupo de Pablo,
Manuel y un servidor subiéramos por la cara sur desde el pueblo de Canillas de
Aceituno.
El
grupo que más madrugó fue el de Canillas de Aceituno y quedamos a las 05:45
horas para salir de La Cala del Moral y a las 6:30 horas estábamos aparcando el
automóvil.
El
pueblo nos recibió con una temperatura fresca pero agradable y con el canto de
los gallos y el cacarear de las gallinas, para los que vivimos en ciudad todo
un lujo escuchar esa música de campo. También algunos perros cantaban a esa
hora, pero esa música también la tenemos en la ciudad.
La
ruta comenzó junto a una estatua del cantaor Antonio de Canillas y una fuente
de tres caños con su música celestial.
El
pueblo tiene calles estrechas y empinadas por lo que la ruta desde un principio
comenzó a ser exigente. Continua la vereda entre pinos y por el camino sobresaltamos
o nos sobresaltó un hermoso sapo. Nuestro guía Pablo nos animó y tranquilizó con
el comentario: ¡La ruta no tiene pérdida, siempre para arriba!
A
las 07:30 horas hicimos una pequeña parada en un lugar misterioso denominado La Rábita. En este lugar
hay un bonito pilón con agua, un cartel nos informa de que viven ranas y otro
cartel nos explica que estamos en un lugar muy especial. En épocas de los
romanos en este lugar se buscó la riqueza material y posteriormente otros seres
humanos buscaron la riqueza espiritual. Oro y santidad, dos caras de los
hombres en un mismo lugar.
Hasta
ese momento todo el tiempo había estado con la barbilla pegada al pecho, pero
en un momento de descuido miré para arriba y vi una inmensa mole gris, tuve que
levantar la cabeza más y más y cuando la barbilla se puso a la altura de la
frente es cuando divise la cumbre. Me intimidó esa visión y de mis labios
salieron un leve silbido y un pequeño murmullo ¡vaya lo que me espera!. José me
lo había advertido la noche anterior: ¡Eso es un mataero!
La
temperatura había cambiado de una agradable temperatura a frío y con rachas de
viento en alguna zona muy desagradable.
Continuamos
subiendo y desde un montículo Pablo nos preparó y señalo con su dedo: ¡Ahí está
los famosos zigzag! Así que con paso decidido, pero lento, controlando la
respiración, tomándoselo con mucha calma fueron superados cada tramo. Sobre
todo sin mirar para arriba y para recargar los
pulmones se recomienda mirar
para abajo, contemplar el maravilloso blanco de los pueblos de la Axarquía, el
verde-azulado del pantano de la Viñuela, el azul del Mediterráneo y a lo lejos
Málaga entre la bruma.
Alcanzamos
el lugar denominado “Proa del barco” con otra vista panorámica impresionante.
En este lugar de dirección oeste cambiamos a este, realizando otro descanso
para prepararnos al asalto final a la cumbre.
El
tramo último por un terreno sin vereda, pedregoso con las hierbas típicas de
las montañas y sin ningún árbol. La naturaleza nos tenía reservado una hermosa
sorpresa, por la noche había llovido y con la ayuda del viento y el frío habían
esculpido en cada hoja de las plantas un
hermoso espectáculo. Las plantas estaban heladas y en posición horizontal en
cada una de ellas y con dirección este a oeste con varios centímetros de
longitud de hielo.
Seguimos
subiendo y de pronto a pocos metros divisamos el vértice geodésico de La Maroma
que nos decía que estábamos en la cima, habíamos superados el desnivel de
aproximadamente 1.500 metros, en 10 kilómetros y eran las 10:15 horas.
Después
de las correspondientes felicitaciones y fotografías con la bandera trepacuesta
al lado del vértice geodésico, nos sentamos dentro de un corral de piedras y a
las 11:15 horas aparecieron por el este el grupo formado por María, José Carlos
y José. Presentaciones, saludos, felicitaciones y para bienes, fotografía al
lado del “manolito” nuevamente con la bandera trepacuesta y por el éxito de
coronar la cumbre brindis con un “ligaillo” compuesto de vino moscatel con un
chorreón de jerez amontillado.
A
la hora del Angelus empezamos la bajada hacía El Robledal y a unos 500 metros
de la cumbre y con una vista espectacular de la Axarquía, el trepacuesta José
que estaba feliz, entró en un estado mágico y abriendo sus brazos y manos
empezó una serie de cantos enérgicos dirigidos a todos los fenómenos de la
naturaleza, a la amistad, al viento y entrando en éxtasis cantó de forma
magistral una malagueña maromera titulada ¡Hay que me tiro al suelo!. Hacía
tiempo que no escuchaba unos cantos tan sentidos. El duende del cante se había
apoderado de José y sus saetas malagueñas maromeras llegaron a un grado de
esplendor que no creo que a los presentes se nos vaya a borrar de la memoria
fácilmente.
Para
volver a ponerlo en servicio normal se utilizaron pomadas, parches, píldoras
mágicas, incluso material psicológico “bromas hirientes y punzantes”. No se
recuperaba de su estado de contracción mística, así que se pasó a una nueva
fase, la manipulación de sus piernas y en ese punto fue decisiva la actuación
de unos señores que después de intercambiar unas palabras con José se unieron
al grupo cogiéndolo cada uno por una pierna y subiéndolas y bajándolas. Agradecemos
a dichos fisioterapeutas y al grupo senderista granadino “Los jákimas” la ayuda
prestada para volver en sí al protagonista de la jornada.
Admirando
la naturaleza, desde ese maravilloso escenario-balcón de la Axarquía elegido
por José para presentarnos su próximo espectáculo que estrenará en el Teatro
Cervantes próximamente y que será impactante y rompedor de moldes clásicos en
el mundo de la flamencología. En esos momentos pensé, que para la promoción del
espectáculo vendría de maravilla el bajarlo desde La Maroma en un magnífico burro
de los muchos que transitaban estos caminos no hace mucho con los
característicos cánticos de los mismos ¡Aaaahrrr, aaaaaahjjjj, aaaaaaaaaaajjjjjjjjj……..!
¡Qué alegría más grande nos hubiera dado esa visión!
El
momento místico desapareció aproximadamente a las 13:00 horas con un canto
sentido y con fuerza trepacuesta José se arrancó con una maromera extraordinaria
titulada: “Y ahora aunque cojo, me levanto y tiro para abajo”. Con paso corto,
despacito, con mucho señorío y con la ayuda de dos bastones pasamos junto al
abismo. Las nubes del fondo no nos dejaron nuevamente ver las montañas de
África, pero los nubarrones de la bajada desaparecieron poco a poco de nuestra
vista.
Sin
descanso pasamos por “El salto del caballo” y continuamos despacito y ya
contemplando el paisaje de la zona norte de La Maroma con sierra Nevada con su
color blanco característicos del invierno. Un pequeño descanso, con bocadillos
recuperadores incluidos y antes de enfriarnos nuevamente al sendero.
La
alegría del personal se desbordó al llegar al carril. En ese punto vimos rosas
silvestres que nos relajaron y la marcha se animó con cánticos a La Maroma y a la
maravilla de la naturaleza y sobre todo alabanzas y parabienes a José.
La
despedida del grupo fue tomando café en el bar-restaurante “Aquí te quiero ver”,
al lado del boquete de Zafarraya.
Felicitaciones
a María, José Carlos y Manuel por la subida a La Maroma y agradecer su
agradable compañía, espero que nos acompañen en otras rutas.
Escuchando
el canto de los pájaros y de burros de campo, los cohetes de la romería de la
Virgen de la Cabeza y las campanas de la iglesia de los Descalzos, en Ronda a
las 08:00 horas del domingo 26 de mayo.
Crónica de Salvador Nieto
RUTA NORTE
La Maroma,
un mismo destino, dos caminos distintos,
podría ser el título de una película o de una novela, más bien de esta última
se me antoja y ya se verá porque. Fue idea de Pablo, que ya llevaba tiempo
madurando esa idea, cruzar Sierra Tejeda de sur a norte, es decir, subir a La
Maroma desde Canillas de Aceituno, ruta sur, y bajar por El Robledal, en la
provincia de Granada, ruta norte.
Esta vez el
grupo se dividió en dos, Pablo, Salvador y Manolo atacarían la cara que da
vista al mar, María, José Carlos y yo, subiríamos por el norte y en la cima nos
encontraríamos, pero para que eso ocurriera paralelamente en el tiempo ellos
tuvieron que salir antes, ya habéis leído la hora de quedada en la crónica de
Salvador, no la repito porque me da sueño, ¡vaya madrugón!!!, de ahí que se acordara
escribir dos crónicas distintas, la norte y la sur, pero como habéis leído
previamente, Salvador ha relatado fiel y magistralmente lo acontecido aquel día
y estas breves líneas comentan lo mismo pero desde otra vertiente y
perspectiva.
Menos
madrugador, el grupo sur, quedamos a las 7,00 de la mañana para desayunar como
otras veces en el mesón de María de La Cala del Moral, y puntuales acudían
María y José Carlos presto a lo que sería su "bautizo maromero" , sobre las 7,30 aun ante tostadas con
aceite y cafés el amigo Pablo llamaba
para intercambiar posiciones, ellos ya en el paraje de La rabita, nosotros aun
en La Cala, supe entonces que ellos llegarían antes a la cima y por lo tanto
esperar más, por lo que abreviamos y salimos prestos hacia El Robledal.
A las 8,30
ya estábamos enfilando el sendero hacia la cima una vez más, la subida fue
tranquila, sin prisas pero sin pausas, disfrutando de la mañana que aunque
estaba fresca era agradable, decir que tanto María como José Carlos demostraron
un estado de forma increíble, era la primera subida a la Maroma de ambos y una
de sus primeras rutas senderistas, ciertamente una buena ruta para estrenarse
en esto de la montaña.
Sobre las
10,30 caminábamos impresionados por las vistas desde el tajo voladero, antes de
enfilar el último tramo antes de la cima llamé a Pablo y me confirmó que
estaban en la cima desde hacía un buen rato, sobre 45 minutos después María era
la primera del grupo norte que tocaba el monolito de la cima y se produjo el
encuentro, besitos, abrazos, saludos y brindis con vinito y anisette francés.
Hasta aquí
todo normal, desde aquí, iniciando la bajada empezó un Vía Crucis que "padeceríamos" los 6, no solo yo.
Una serie de tremendos calambres y contracciones en mis dos piernas hizo que el
descenso fuera algo más complicado de lo normal, calambres que se sucedían de
una pierna a otra simultáneamente sin descanso y que me hacían pensar: ¿Ahora
como bajo yo de aquí? y seguro que
no fui yo solo en que pensó eso, seguro que por la cabeza de mis compañeros
merodeaba esa duda, y es que hubo momentos de cierta, "tensión".
Aquí , públicamente y en este blog donde has quedado reflejados
tantos buenos ratos de los Trepacuestas, quiero dar las gracias a todos y cada
uno de los amigos que me acompañaron, que hacían, y estoy seguro de ello, todo
lo posible y lo imposible por ayudarme y que todo tuviera un final feliz.
Pablo, José Carlos, María, Salvador y Manolo, a todos mi agradecimiento por
saber no perder nunca la calma y poquito a poco ayudarme hasta alcanzar los
coches.
También
quiero agradecer a aquellas personas que pasaron e hicieron también lo que
estuvo en su mano por ayudar, como ya ha contado mi antecesor cronista, en
especial a Jesús que me llamó al día siguiente interesándose por mi estado y
evolución.
Sé que
aquella situación no era lógica por lo que he iniciado un reconocimiento médico
para que los galenos determinen el
porqué de aquella dolencia.
Me ha
encantado como Salvador ha relatado mi calvario, del cual también ellos fueron
partícipes y por lo tanto también "sus
Calvarios".
Cierto es
que mis ayes de dolor podían parecer saetas, soleares o siguirillas y ya veo
que Salvador me anima a esto del flamenco y el cante jondo, de hecho y haciendo
caso a su recomendación busco nombre artístico y barajo varios por lo cual pido
consejo.
Pepe " el calambraso", el niño del calambre, o "calambraso de
La Cala", ya me diréis cual os parece mejor.
A pesar de todo, ni dolores ni calambres, impidieron
que fuera un gran día de senderismo y de una nueva subida a La Maroma, siempre
santuario. De lo malo y de lo peor ya hemos hablado, de lo bueno y lo mejor la
compañía, mis compañeros de ruta, una vez más, gracias, volveré.
Acabo la crónica norte con mi primera letra de
flamenco:
"¡Ay, Ay , Ayyyy!!!!
calambraso
ma pegao
de la
rodilla parriba
de la
rodilla pabao"
Crónica de José
2 comentarios:
Querido Salvador creo que debieron ser las campanadas de la iglesia de los Descalzos de Ronda las que te ayudaron a redactar esta última gran crónica. Sencillamente te has superado y hay pasajes espléndidos.
Además muchos fueron los momentos para ser recordados. En esta ocasión también cumpliste ofreciendo ese ligaillo que tan buena fama te persigue.
Aprovecho para felicitar a los nuevos maromeros José Carlos, Manolo y María a quienes les recuerdo que la Maroma sigue ahí desafiante.
Lo dicho enhorabuena por el relato e imagino que con la llegada del calor la actividad senderista quedará aparcada hasta otoño.
Pablo Portillo.
A mi amigo Joseíto, también conocido de ahora en adelante por el nombre de “el niño calambre”, recordarte que el epicentro del dolor fue a 2.010 m.s.n.m. en concreto en las coordenadas 36º 54´135 N y 04º 02´256 O.
Pablo Portillo.
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